martes, 30 de diciembre de 2008

Cazador de Medianoche : Tributos

Acabo de salir de la sesión con Belén, son las doce de la mañana y estoy más frustrado de lo que entre, no puedo contarle (evidentemente) el motivo real del accidente así que lo he atribuido a un par de cervezas de más, cosa rara en mi que muy raramente bebo, pero eso ella no lo sabe.

Ha intentado llegar a la raíz de mi problema preguntándome por mi infancia, aunque le he dicho que mi padre adoptivo murió y que mi infancia pasó delante de la televisión, me he saltado misteriosamente el hecho de que estrangulase con mis propias manos a mi padre adoptivo el cual abusaba de mi sexualmente, sin embargo ella ha conseguido encontrar una agresividad que me ha indicado que debo eliminar si quiero ser feliz.

Como si fuese tan fácil.

Aunque por mi parte creo que encontrar esa agresividad y poder canalizarla será un añadido a mi profesión cuando el caso lo requiera.

Aunque hoy no es el caso, hoy voy de traje de chaqueta, me he puesto el Armani negro con rayas purpuras, la camisa purpura y la corbata negra; voy recién afeitado, recién pelado y con un par de dedos aun con la férula y como no, con cara de niño bueno.

Me tocaba pasar por caja antes de mi sesión, sabia que después de ese coche que explotó en mitad del Quinto Centenario había llamado demasiado la atención y los gastos de limpieza y ocultación tendrían que ser pagado de alguna forma.

Y hace un par de días se plantó en la puerta de mi tienda un servidor de los servicios jurídicos trajeado de negro, con gafas de sol, tez pálida y mortecina y un aura inquietante.

Estos tipos me dan repelús y eso que he tratado con bichos realmente raros.

La notificación explicaba que tras los disturbios con el vehículo y mi inmediatamente posterior accidente, señalando la casualidad del corte del suministro eléctrico en el puente, había generado unos costes por ocultar el suceso que me serian notificados en el juicio, señalando asimismo que se estaba buscando al propietario del vehículo para que compareciese.

Menos mal que era robado.

Llegué al “juzgado”, que estaba camuflado en uno de las grandes mansiones de la avenida de la palmera y las puertas se abrieron a mi llegada, seguí el protocolo habitual, un par de pasos al frente hasta que la puerta corredera se cierra a mis espaldas, entonces elevas los brazos mostrando que no ocultas armas ni nada parecido, el cuerpo de Trolls encargados de la seguridad de esta clase de edificios no suele tener demasiado sentido del humor y además ese era particularmente feo.

Dentro lo de siempre, grilletes contra conjuros, que al menos ahora son dos pulseras de oro con piedras preciosas y todo el mundo con sus capas de sombras, el único conjuro que está permitido a los visitantes.

Todos van ocultando sus rostros, aspecto y voz gracias a este conjuro, a excepción de los cazadores que no nos ocultamos del resto, estamos orgullosos de ser lo que somos, aunque la mayoría de los otros nos repudien ya que algún día puede que los cacemos a ellos.

El juicio fue simple y rápido ante la falta de la otra parte, por un momento temí que fuese a aparecer El Albino chamuscado y pidiendo su libra de carne, mi única condena fue realizar un trabajo sucio para el circulo interno.

Genial, un trabajo para esos patanes y además sin cobrar por ello.

Acepte con buena cara el sobre de papel de sándalo con el sello oficial sellado en lacre.

Tenía hasta el día de reyes para realizarlo, tenía miedo de abrirlo, a pesar de que el juez había sido vehemente conmigo al no indagar más de la cuenta sobre el robo del vehículo, con el cual no tenía nada que ver, con sus difuntos ocupantes ni por los restos de sangre espolvoreada que había dejado mi encuentro con Seth.

Volví a casa en taxi, no podía conducir con las manos en este estado.

Cuando desperté en el hospital estaba parcialmente consumido, mi aspecto era el de un insomne con problemas alimenticios, mis labios estaban cuarteados y mi piel era correosa a parches, parecía el hermano enfermo de Cristopher Nolan en “el maquinista”.

Eso sin tener en cuenta las lesiones que había sufrido, mis manos estaban acabadas, tenia un par de costillas rotas, mi rodilla derecha estaba dislocada y la pierna escayolada, me faltaba parte del pelo del lado derecho y en su lugar había una quemadura, mis brazos estaban totalmente llenos de llagas de la abrasión del asfalto.

Era una piltrafa de persona, por no hablar como mago.

En ese momento tuve la elección de recuperarme rápidamente de mis lesiones y mantener ese aspecto, era lo que hacían otros magos, pero por fortuna o por desgracia y según me decía Belén en una de nuestras primeras sesiones mi nivel de narcisismo y gusto por mi propio aspecto rozaba lo femenino.

Así que decidí recuperar parcialmente mi aspecto y dejar que las lesiones serias curaran “normalmente”, ya que con el metabolismo acelerado que poseemos los adeptos de energías arcanas, las heridas tienden a curarse mas rápido.

El problema fue salir del hospital sin llamar más la atención ya que las radiografías y los informes estaban hechos por personal docente.

Tuve suerte de que el sector sanitario atrajese principalmente a mujeres a ejercer como personal interino de los hospitales públicos.

Realmente postrado en la cama y comiendo la comida del hospital, que aunque sabe fatal pero al menos es una dieta equilibrada, me daba las energías suficientes para meterme en la cabeza de las mujeres que había en mi planta y las instaba a cuidarme especialmente.

Sin olvidar los informes que se perdían ni las pruebas que por error eran colocadas con otro nombre.

Cuando me dieron el alta, salí del hospital con muletas y aunque estaba muy delgado había recuperado parcialmente mi aspecto.

Fue cuestión de llegar a casa, comer como si llevase años sin hacerlo y curarme la pierna, aunque por ello parte de mis brazos volviesen a doler y a sangrar.

En este mundo en el que me muevo todo tiene su precio.

Esto llevaría su tiempo, al menos tenia un buen colchón económico después de este trabajo, pero el tipo de negro se plantó ante mi puerta.

Con un simple gesto y derrochando un poco de quintaesencia abro el frigorífico y me traigo una lata de una bebida isotónica, me gusta tomarla antes y después de entrenar, aunque tengo que hacerlo muy despacio porque tengo el dedo corazón inmóvil y el movimiento mental es algo delicado a la vez que sencillo cuando no tienes las manos hechas polvo.

Pero en la mesa baja sobre la que apoyo esta libreta tengo el mayor dilema que me han puesto por delante, un sobre del ministerio con un trabajo.

Hasta el momento me he mantenido en la raya, nunca me han pillado con algo como lo de la noche de Halloween, por lo que supongo que debe haber mayores problemas o que han estado vigilándome desde hace tiempo.

Esto es peor que cuando vi por ultima vez a la que portaba la otra mitad del material metálico forjado en forma de anillo de aquel meteorito que cayo desde vete tu a saber donde, o al menos después de olvidar su nombre así me lo parece.

Este tipo de castigos generalmente suelen rayar demasiado la crueldad que confunden con Justicia o mejor dicho con leyes, el sistema legislativo mágico no dista tanto del normal.

He roto el sello de de lacre, pero no me atrevo a sacar la carta, creo que voy a entrenar ya que con el nivel de endorfinas por las nubes pienso un poco mas rápido y creo que tendré la solución al dejar de pensar un rato y centrarme solamente en mis ejercicios físicos.



Estoy sudando aún, exhausto físicamente pero mi cabeza funciona al cien por cien, he tomado una decisión, voy a leer la carta, a ver que me mandan estos bastardos.



Ya he leído la carta, el trabajo es fácil.

Si careces de escrúpulos o humanidad alguna.

He hecho una bola con el puto sobre y la carta por la rabia que me ha producido su contenido, pero han vuelto a su estado original, maldito papel magico.

Desconozco cual es la lección que pretenden que aprenda, pero por mi el que haya dictaminado la sentencia puede arder en el noveno infierno.

No tengo mas remedio que cumplir el trabajo, aunque por otra parte, dicen que quien hace la ley hace la trampa.

Voy a tener que recurrir a un chupasangre, un abogado, lo peor de todo es que en este mundo en el que vivo, no es una metáfora.

2 comentarios:

maria dijo...

Uys , que le deparará a Iván en la nueva misión, con ansias de saberlo ^^

Manu dijo...

Aïcha:
Mañana a las siete obtendras tu respuesta ;)