martes, 30 de diciembre de 2008

Cazador de Medianoche : Tributos

Acabo de salir de la sesión con Belén, son las doce de la mañana y estoy más frustrado de lo que entre, no puedo contarle (evidentemente) el motivo real del accidente así que lo he atribuido a un par de cervezas de más, cosa rara en mi que muy raramente bebo, pero eso ella no lo sabe.

Ha intentado llegar a la raíz de mi problema preguntándome por mi infancia, aunque le he dicho que mi padre adoptivo murió y que mi infancia pasó delante de la televisión, me he saltado misteriosamente el hecho de que estrangulase con mis propias manos a mi padre adoptivo el cual abusaba de mi sexualmente, sin embargo ella ha conseguido encontrar una agresividad que me ha indicado que debo eliminar si quiero ser feliz.

Como si fuese tan fácil.

Aunque por mi parte creo que encontrar esa agresividad y poder canalizarla será un añadido a mi profesión cuando el caso lo requiera.

Aunque hoy no es el caso, hoy voy de traje de chaqueta, me he puesto el Armani negro con rayas purpuras, la camisa purpura y la corbata negra; voy recién afeitado, recién pelado y con un par de dedos aun con la férula y como no, con cara de niño bueno.

Me tocaba pasar por caja antes de mi sesión, sabia que después de ese coche que explotó en mitad del Quinto Centenario había llamado demasiado la atención y los gastos de limpieza y ocultación tendrían que ser pagado de alguna forma.

Y hace un par de días se plantó en la puerta de mi tienda un servidor de los servicios jurídicos trajeado de negro, con gafas de sol, tez pálida y mortecina y un aura inquietante.

Estos tipos me dan repelús y eso que he tratado con bichos realmente raros.

La notificación explicaba que tras los disturbios con el vehículo y mi inmediatamente posterior accidente, señalando la casualidad del corte del suministro eléctrico en el puente, había generado unos costes por ocultar el suceso que me serian notificados en el juicio, señalando asimismo que se estaba buscando al propietario del vehículo para que compareciese.

Menos mal que era robado.

Llegué al “juzgado”, que estaba camuflado en uno de las grandes mansiones de la avenida de la palmera y las puertas se abrieron a mi llegada, seguí el protocolo habitual, un par de pasos al frente hasta que la puerta corredera se cierra a mis espaldas, entonces elevas los brazos mostrando que no ocultas armas ni nada parecido, el cuerpo de Trolls encargados de la seguridad de esta clase de edificios no suele tener demasiado sentido del humor y además ese era particularmente feo.

Dentro lo de siempre, grilletes contra conjuros, que al menos ahora son dos pulseras de oro con piedras preciosas y todo el mundo con sus capas de sombras, el único conjuro que está permitido a los visitantes.

Todos van ocultando sus rostros, aspecto y voz gracias a este conjuro, a excepción de los cazadores que no nos ocultamos del resto, estamos orgullosos de ser lo que somos, aunque la mayoría de los otros nos repudien ya que algún día puede que los cacemos a ellos.

El juicio fue simple y rápido ante la falta de la otra parte, por un momento temí que fuese a aparecer El Albino chamuscado y pidiendo su libra de carne, mi única condena fue realizar un trabajo sucio para el circulo interno.

Genial, un trabajo para esos patanes y además sin cobrar por ello.

Acepte con buena cara el sobre de papel de sándalo con el sello oficial sellado en lacre.

Tenía hasta el día de reyes para realizarlo, tenía miedo de abrirlo, a pesar de que el juez había sido vehemente conmigo al no indagar más de la cuenta sobre el robo del vehículo, con el cual no tenía nada que ver, con sus difuntos ocupantes ni por los restos de sangre espolvoreada que había dejado mi encuentro con Seth.

Volví a casa en taxi, no podía conducir con las manos en este estado.

Cuando desperté en el hospital estaba parcialmente consumido, mi aspecto era el de un insomne con problemas alimenticios, mis labios estaban cuarteados y mi piel era correosa a parches, parecía el hermano enfermo de Cristopher Nolan en “el maquinista”.

Eso sin tener en cuenta las lesiones que había sufrido, mis manos estaban acabadas, tenia un par de costillas rotas, mi rodilla derecha estaba dislocada y la pierna escayolada, me faltaba parte del pelo del lado derecho y en su lugar había una quemadura, mis brazos estaban totalmente llenos de llagas de la abrasión del asfalto.

Era una piltrafa de persona, por no hablar como mago.

En ese momento tuve la elección de recuperarme rápidamente de mis lesiones y mantener ese aspecto, era lo que hacían otros magos, pero por fortuna o por desgracia y según me decía Belén en una de nuestras primeras sesiones mi nivel de narcisismo y gusto por mi propio aspecto rozaba lo femenino.

Así que decidí recuperar parcialmente mi aspecto y dejar que las lesiones serias curaran “normalmente”, ya que con el metabolismo acelerado que poseemos los adeptos de energías arcanas, las heridas tienden a curarse mas rápido.

El problema fue salir del hospital sin llamar más la atención ya que las radiografías y los informes estaban hechos por personal docente.

Tuve suerte de que el sector sanitario atrajese principalmente a mujeres a ejercer como personal interino de los hospitales públicos.

Realmente postrado en la cama y comiendo la comida del hospital, que aunque sabe fatal pero al menos es una dieta equilibrada, me daba las energías suficientes para meterme en la cabeza de las mujeres que había en mi planta y las instaba a cuidarme especialmente.

Sin olvidar los informes que se perdían ni las pruebas que por error eran colocadas con otro nombre.

Cuando me dieron el alta, salí del hospital con muletas y aunque estaba muy delgado había recuperado parcialmente mi aspecto.

Fue cuestión de llegar a casa, comer como si llevase años sin hacerlo y curarme la pierna, aunque por ello parte de mis brazos volviesen a doler y a sangrar.

En este mundo en el que me muevo todo tiene su precio.

Esto llevaría su tiempo, al menos tenia un buen colchón económico después de este trabajo, pero el tipo de negro se plantó ante mi puerta.

Con un simple gesto y derrochando un poco de quintaesencia abro el frigorífico y me traigo una lata de una bebida isotónica, me gusta tomarla antes y después de entrenar, aunque tengo que hacerlo muy despacio porque tengo el dedo corazón inmóvil y el movimiento mental es algo delicado a la vez que sencillo cuando no tienes las manos hechas polvo.

Pero en la mesa baja sobre la que apoyo esta libreta tengo el mayor dilema que me han puesto por delante, un sobre del ministerio con un trabajo.

Hasta el momento me he mantenido en la raya, nunca me han pillado con algo como lo de la noche de Halloween, por lo que supongo que debe haber mayores problemas o que han estado vigilándome desde hace tiempo.

Esto es peor que cuando vi por ultima vez a la que portaba la otra mitad del material metálico forjado en forma de anillo de aquel meteorito que cayo desde vete tu a saber donde, o al menos después de olvidar su nombre así me lo parece.

Este tipo de castigos generalmente suelen rayar demasiado la crueldad que confunden con Justicia o mejor dicho con leyes, el sistema legislativo mágico no dista tanto del normal.

He roto el sello de de lacre, pero no me atrevo a sacar la carta, creo que voy a entrenar ya que con el nivel de endorfinas por las nubes pienso un poco mas rápido y creo que tendré la solución al dejar de pensar un rato y centrarme solamente en mis ejercicios físicos.



Estoy sudando aún, exhausto físicamente pero mi cabeza funciona al cien por cien, he tomado una decisión, voy a leer la carta, a ver que me mandan estos bastardos.



Ya he leído la carta, el trabajo es fácil.

Si careces de escrúpulos o humanidad alguna.

He hecho una bola con el puto sobre y la carta por la rabia que me ha producido su contenido, pero han vuelto a su estado original, maldito papel magico.

Desconozco cual es la lección que pretenden que aprenda, pero por mi el que haya dictaminado la sentencia puede arder en el noveno infierno.

No tengo mas remedio que cumplir el trabajo, aunque por otra parte, dicen que quien hace la ley hace la trampa.

Voy a tener que recurrir a un chupasangre, un abogado, lo peor de todo es que en este mundo en el que vivo, no es una metáfora.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Cazador de Medianoche : Especial Navidad

Son las seis de la mañana del día 25 de Diciembre, no se como me mantengo en pie para escribir esto, aunque decir que me mantengo de pie es una chorrada porque estoy tirado en uno de los sofás del amplio salón.

Me duele la cabeza hasta los extremos y siento como el mundo da vueltas a mi alrededor.

Todo comenzó hace apenas siete horas, el mensaje del rey sonaba en todas las cadenas habidas y por haber y yo me dedicaba a hacer volar el mando jugando con los dedos de la mano derecha que era la que peor tenía.

Por mi profesión el vivir en un lujoso ático de un piso céntrico como hacen algunos de los otros magos freelancer que hay en Sevilla seria una estupidez por mi parte, ya que debido a algunos trabajitos a veces estos me siguen a casa por mucho que intente evitarlo.

Mágicamente mi casa es inexpugnable o al menos eso creía, me traje monolitos labrados de una excavación de Inglaterra e hice obras para cubrir las cuatro esquinas del lugar donde vivo.

En la valla perimetral tengo colocados trozos de hueso de un Santo de verdad, los cuales la gente sigue creyendo que siguen allí y van a hacer peregrinaciones y a pedirle milagros, muchos de los que se cumplen son porque el peticionario o alguien cercano tiene dotes mágicas innatas.

La ubicación de mi refugio es algo que no pondré aquí por si acaso, pero es una vieja fabrica reconvertida, en la parte de abajo tengo los coches y es donde reposan los restos mortales de mi querida moto, por lo que si alguien accede abajo solo verá un taller mecánico personal con un montacargas al fondo que lo une a la parte de arriba.

La parte de arriba es un amplio salón donde tengo varios sofás cómodos cercanos a una pantalla de 60 pulgadas que está conectada al equipo de música de alta fidelidad y las paredes están forradas de estanterías con libros de todo tipo, evidentemente los libros “especiales” están entre estos y los que están en la estantería que tengo cerrada con candado son libros de visionarios ejecutados por escribir ficción demasiado real.

Las maquinas de pesas y un sillón parecido al de un piloto de avión rodeado de monitores y el ordenador de control de las cámaras de seguridad terminan de adornar mi salón, cercana a la puerta del montacargas está la cocina americana, un cuarto de baño con una bañera estilo japonés y una cabina de ducha a presión que provocaría la envidia de muchas duchas escocesas de algún que otro Spa, este es el lugar donde paso más tiempo cuando vuelvo de alguna misión, entre otras cosas por el botiquín que tengo en el baño que parece preparado para una tienda de campaña militar mas que para un cuarto de baño domestico.

En una habitación a la derecha de la cocina tengo colocados todos los artefactos que durante estos años de trabajo he podido ir recopilando, esta sala tiene paredes blindadas con plomo de chernobyl, la cerradura lee la palma de mi mano y la retina de mi ojo izquierdo y requiere de una verificación por voz, eso sin contar el conjuro eléctrico que tiene en el interior.

Y como no, a la izquierda está mi dormitorio.

Desde fuera parece solo un almacén pero lo tengo bastante cuidado por dentro, o al menos todo lo que un mago soltero puede tenerlo.

Evidentemente no puedo permitir que ninguna empresa de seguridad venga a instalarme una alarma así que con un poco de maña instalé cuando me lo compre alarmas en las ventanas y puertas con sensores de movimiento en el montacargas cuya alarma me llegan directamente al móvil.

En el perímetro de las vallas tengo colocadas cámaras de seguridad para ver quien se acerca a mi casa, cuando vi una de las películas de Blade me resulto demasiado familiar, aunque claro está ese almacén tenia defectos en la defensa.

Mi casa no.

Por lo que cuando estando tirado en el sofá anoche mientras el rey daba su ya tradicional discurso y jugaba con el mando, todas las alarmas perimetrales comenzaron a sonar pegue un salto del sillón que casi me hace encaramarme al ventilador del techo, que aunque tengo climatizador centralizado, le da un toque especial al salón.

Llegue de tres zancadas al sillón de control de seguridad y antes de apagar la televisión comenzaron a sonar las alarmas internas y a subir el montacargas.

Alguien había penetrado hasta el fondo en la seguridad de mi casa y lo tenia encima, no tenia preparado ningún conjuro y estaba realmente jodido, estaban entrando en mi sacta sactorum y quien fuese se iba a ir calentito, a pesar de haberme pillado por sorpresa.

Soy un tipo solitario, vivo solo desde hace años, ella, bueno, esa es otra historia, pero no suelo recibir visitas y menos aún inesperadas.

Me encaré al montacargas cargue toda la quintaesencia que podía acumular en mis manos y esperé a ver la cabeza de quien hubiese osado a entrar en mi casa para descargar mi ira en ella.

Pero cuando vi quien había en el montacargas solo pude exclamar algo parecido a “¡la madre que os parió!”

Durante el tiempo que llevo trabajando he conocido a mucha gente, muchos de ellos de bandos opuestos entre si y sin embargo allí estaba mi montacargas lleno de estas personas y seres.

Habían decidió aunar habilidades entre todos ellos para enmascarar su presencia a los sistemas de seguridad de mi casa y colarse en ella para celebrar la navidad conmigo.

Creo que en algún momento hasta me eché a llorar.

Me resultaba inconcebible que todos aquellos a los que no había cazado, e incluso algunos de los que habían sido puestos bajo arresto por parte del ministerio, se presentasen en mi casa dejando a un lado sus diferencias y viniesen a celebrar esta noche tan especial conmigo.

Eso si es magia y no la quintaesencia que anoche era palpable en el ambiente.

Convocamos botellas de todos tipos colores y graduaciones de todas las partes de todos los mundos y en un abrir y cerrar de ojos mas de doscientos metros cuadrados de salon estaban llenos de gente, bueno, si podemos llamar gente a un demonio Kataro, el cadaver andante de un mago del siglo XVI o a una Sucubo con alas y cola incluidas.

Si los humanos pudiesen hacer lo mismo este sería un mundo distinto.

Y me voy a dormir con mi borrachera la cual quiero vivir intensamente, la resaca de mañana ya será otra cosa.

Aunque tengo que reforzar mis defensas.

lunes, 22 de diciembre de 2008

Cazador de Medianoche : Tras la sombra del Vampiro (IV parte)

El cojo, que resulto llamarse Pitxi, inicialmente se mostro reacio a la manipulación mental, pero algo en sus recuerdos me indicó que la relación que mantenía con Malicia no era la misma que la de sus otros acompañantes, por lo que finalmente realizó su cometido.

El audi comenzó oscilar de un lado a otro de los tres carriles de la ronda Norte.

Cambié de marcha, aceleré y salí disparado hacia la ubicación del Opel Astra.

Gracias Pitxi.



Paré con la moto en la rotonda del puente de la Barqueta, cerré los ojos y busque el lugar donde había puesto mi señuelo, en el coche de Malicia.

Las posibilidades de que siguieran en el o de que estuviesen cerca eran remotas, pero era lo único que tenía y desde allí podría rastrearlos.

El coche estaba cerca, en Santa Clara.

Mi estomago protesto con un rugido capaz de hacer sombra al león de la Metro, tendría que comer algo o comenzaría a consumirme.

Sin hacer caso a las consecuencias, me dirigí a uno de los barrios elitistas de Sevilla.



Paré junto al coche, puse la mano sobre el capo y aun estaba caliente, perfecto.

Mire a un lado y a otro, ni un alma, perfecto, saqué la brújula del bolsillo de la chaqueta, lance un conjuro sobre ella y puse una gota de mi propia sangre en la punta, el resultado no se hizo de esperar, como si de un fuerte imán se tratase la brújula apunto a un bloque de pisos cercano y tiraba hacia arriba.

La única luz encendida era la de la tercera planta, bingo.

Dejé la moto en la calle, mire el piso, tercera planta, fácil, solo esperaba que hubiese abierto algún lugar donde poder comer como un animal esta noche porque después de lo que iba a hacer tendría que reponer mucho las fuerzas si no quería desfallecer.

Salte desde la calle hasta la ventana, me puse en cuclillas en el borde del mármol de la ventana, Malicia hablaba visiblemente excitada a los cuatro muchachos, sonreí, toque la ventana con los nudillos con la sonrisa aun en la cara.

Los cuatro chicos saltaron y se pusieron detrás de Malicia la cual se quedó más blanca de lo que habitualmente son este tipo de seres y aparentemente sin saber que hacer.

“Fuera hace frio, me dejáis pasar”

Malicia sonrió maliciosamente, el ritual de la invitación, un vampiro no puede entrar en una casa en la que no ha sido invitado sin cumplir la voluntad del propietario como castigo.

En sus carnosos labios se dibujó una sola palabra “No”

Me encogí de hombros y volviéndome intangible atravesé la ventana.

Esperaba que esta chupasangre tuviese en el frigorífico algo más que sangre 0+.

Malicia me señaló con el dedo y lanzo el discurso típico “Como soberana de este lugar y tras tu intromisión, debes cumplir mis deseos” la mire a los ojos e imitándola dije sin hablar “No”.

Desactive el conjuro y volví a mi estado natural, mi piel volvió a su color y temperatura normal exhalando el perfume cálido de un ser vivo.

Malicia extrañada me preguntó que que era lo que venia a buscar a su refugio.

Mi planteamiento fue sencillo : ella la había cagado.

Había convertido en vampiro a cuatro personas sin los procedimientos protocolarios necesarios, además dos de ellos eran pareja, Jose Manuel y Laura, pertenecientes a unas familias muy interesadas en que volviesen a sus vidas anteriores, así que viendo lo visto tenia dos sencillas opciones, o liberar a los chicos de su encanto, al menos a la parejita, o arder hasta los cimientos en el infierno al que la mandaría la deflagración de llamas que sufriría y para demostrárselo convoque fuego con un sencillo gesto en la palma de mi mano derecha.

Mi estomago seguía rugiendo como un león salvaje en mitad de la jungla, evidentemente iba de farol, no quería chamuscar todo aquello, pero era mi ultimo recurso y quería que esta pelirroja de peligrosas curvas fuese consciente de lo que era capaz de hacer.

Menos mal que ellos no saben de nosotros ni la mitad de lo que sabemos de ellos, si no por el rugir de mis tripas habría sabido que mi reserva de energía estaba agotandose.

Para mi sorpresa Malicia se hecho a llorar, amaba a las dos muchachas y ellas la amaban a ella, la pareja simplemente eran amigos de estas dos chicas y habían decidido iniciarse al vampirismo, pero ninguno de ellos había probado aun sangre humana.

Suspire visiblemente aliviado, aun había vuelta atrás para los chicos, las dos muchachas dijeron que sus deseos eran quedarse con Malicia, cuidar de ella y protegerla de El Albino y su discípula Seth.

Cuando mencioné a Pitxi Malicia respiró hondo y dijo que era algo del pasado y que estuviese donde estuviese El Albino lo tendría controlado.

Soy un hombre de negocios y una oportunidad como esta no surge todos los días, por lo que le propuse a Malicia el siguiente trato, yo acabaría con el Albino y Seth y ella liberaba a los chicos y revertía su vampírico estado con las instrucciones que yo le daría, las dos chicas podían quedarse con ella si era su deseo, pero tenían que abandonar la ciudad cuando la parejita de marras volviese a ser humana y me pagaría 3.000€ como pago simbólico por el trabajito.

Desconfiada me pregunto que si podía confiar en mi palabra, a lo que respondí que según el protocolo no tenia problemas en firmar el documento vinculante con mi propia sangre, pero que ello elevaría el coste del trabajo a 13.000€ por los tramites correspondientes por el contrato.

La burocracia es la burocracia.

Malicia se sobresalto y comenzó a reír a carcajadas.

Fue al dormitorio, abrió un cajón y volvió con un fajo de billetes de 100.

Cogí el dinero, sonreí y tomándome las confianzas que la situación me permitía me dirigí a la cocina, abrí el frigorífico y a muy pesar mío su único contenido se basaba en bolsas de plasma sanguíneo para error de mi suposición inicial 0-.

Me encogí de hombros, le dije a la pareja que volviesen pronto a casa y salí por la puerta.

El trabajito me había salido redondo hasta el momento, ahora era simple, solo tenia que cazar a esos dos y hacerlo con brutal eficiencia, eso si, como siempre de forma discreta.



No tengo la facilidad que tienen mis compañeros del otro lado del charco donde las armas pueden ser llevadas por cualquiera o con mis compañeros de las islas de Albión que siempre pueden echarle las culpas a los protestantes del IRA o de cualquier otro movimiento político violento, no puedo hacer volar edificios ni coches sin ton ni son, lo cual es mejor para mi ya que refino mas los ataques que realizo en lugar de enviar ondas de quintaesencia pura y dura en olas de destrucción.

Salí a la calle, me monte en mi moto y volví a la sala Q.

Por suerte para mi el puesto de perritos calientes aun estaba abierto.

Mi exceso de confianza provoco mi estado actual, así que solo pedí media docena de hamburguesas en lugar de las dos docenas que necesitaba.

Con las energías parcialmente repuestas localice con facilidad a Pitxi, estaban en una de las naves abandonadas del puerto de Sevilla y lo estaba pasando visiblemente mal, estaba sufriendo un castigo físico considerable por parte de El Albino.

Volví a enlazar mentalmente con el y le susurre “resiste”

Pobre bastardo.

Al llegar a la nave y mirando el reloj decidí que lo haría a lo bestia, con un movimiento de manos y apuntando hacia la puerta de la nave esta salió disparada hacia el interior.

Así se entra en los sitios, al estilo Rambo.

Pero me faltaba el MG-42.

Ante mi sorpresa en la inmensa nave no solo estaban El Albino, Seth y Pitxi, al que estaban castigando físicamente, sino que la inmensa nave industrial estaba llena de vampiros que con cara de pocos amigos giraron sus cabezas hacia la puerta que acababa de saltar por los aires.

En el centro de la nave estaba Pitxi encadenado por los brazos al techo y aparentemente inconsciente.

Genial.

Creo que mi cara inicial lo dijo todo y con un bramido casi colectivo se arrojaron todos sobre mi.

Metí las manos en los bolsillos, los anillos de plata enfundaban mis nudillos, me quite la chaqueta de motorista y la tire al suelo.

Como diría un tipo con cara de piedra “había llegado la hora de las tortas”

Acelere hasta los extremos mi metabolismo, aumente mi fuerza todo lo que mi cuerpo permitía, menos mal que me machaco a diario, ahora esos cabrones se movían a cámara lenta y eso me facilitaba mucho el trabajo, sentí como bajo mis puños se deshacían pómulos, narices, costillas.

Aquello era una carnicería, me entregue al frenesí de la batalla, los más rápidos consiguieron colarme un par de golpes, pero era tal el subidón de adrenalina que tenia que no sentía las contusiones.

Hasta que El Albino me golpeo con una viga en la cara.

Salí volando hacía la pared mas cercana y los vampiros que quedaban se arrojaron sobre mi.

Unos cincuenta tipos estaban encima mía, manos acabadas en garras desgarraban mi camiseta y laceraban mi piel, ellos no necesitaban respirar pero a mi me estaban asfixiando con el peso de tantos cuerpos sobre mi.

Mis energías estaba muy mermadas, casi exhaustas, no podía teleportarme, no podía moverme, solo me quedaba un ultimo recurso final, por costoso que fuese.

Concentré toda la energía desde el chakra del bajo vientre hacia arriba, como una cascada invertida y estallé en una deflagración, todos los que estaban en los diez metros cercanos se convirtieron en cenizas.

Me levante ensangrentado, exhausto, con el rostro amoratado y buscando al Albino.

El sonido del audi saliendo a toda velocidad en dirección al puente del quinto centenario me marco su posición.

El muy cabrón había huido.

Antes de salir eché un último vistazo a Pitxi, su cuerpo comenzaba a consumirse, el pobre bastardo no había conseguido resistir lo suficiente.



Me monte en la moto sin chaqueta ni casco, acelere a toda potencia y la rueda dibujo un surco de neumáticos quemados sobre el asfalto y salí a la persecución de mi presa, con un chasquido de dedos desintegré mi chaqueta y mi casco, ya me compraría otros.

Usando un poco de la ínfima energía que me quedaba lance sobre mi y sobre mi moto una capa de sombras, si iba a circular a aquella velocidad demencial, sin casco y además por un lugar donde el trafico rodado estaba limitado a 60 kilómetros por hora no quería que el señor cartero me trajese una notificación de trafico donde me quitaban todos los puntos del carnet por las próximas cinco vidas.

Les di alcance a mitad del puente, las cámaras de tráfico lanzaron sus flashes a mi paso pero las fotografías aparecerían en negro.

Extendí mi mano derecha, invoqué un golpe eléctrico y sin piedad lo lance sobre el vehículo, los sistemas informatizados del coche comenzaron a chisporrotear, aumente la potencia del rayo, dioses, esto me iba a costar caro.

El depósito del coche estalló en unas llamas que se extendieron al resto del coche, instantes después este explotaba.

Me había colado, tendría que dar explicaciones, pero que coño aquello había sido divertido.

Me quedaban unos metros antes de llegar al coche accidentado y al pasar por su lado la luna delantera estallo en mil pedazos y Seth aun ardiendo se arrojo sobre mi espalda, montando a horcajadas sobre mi moto y clavando sus colmillos en mi cuello.

Se ve que no era la primera vez que hacia algo parecido, menudo tino había tenido.

No era la primera vez que notaba el aliento de un vampiro tan cerca, pero estaba excitadamente violento y no pensé en mi ultimo conjuro ni en el estado en el que estaba mi cuerpo.

¿Quería sangre?

¿Quería energía?

La tendría, toda ella.

Canalice las energías que me quedaban, los impulsos eléctricos de mi cuerpo, la batería de la moto y la corriente eléctrica cercana hacia el torrente carmesí que manaba por mi cuello hacia la garganta de esta maldita criatura de la noche y le di mas de lo que su cuerpo podía soportar, cuando intento retirarse la agarre de la cabeza y pegue sus carnosos labios a mi cuello para que siguiese bebiendo del torrente que salía de el.

A nuestro paso a ciento ochenta kilómetros por hora a través del Quinto Centenario las luces de las bombillas estallaban y los arcos eléctricos danzaban hacia mi cuerpo, el sistema eléctrico de mi moto comenzaba a fallar, pero quería acabar con aquella zorra a toda costa.

Impulsada por el dulce sabor de la sangre rica en quintaesencia y dejándose llevar por su propio frenesí siguió bebiendo.

Gracias a los dioses que lo hizo.

La energía que yo canalizaba a través de mi sangre, bullía de ella a través de sus ojos y nariz en forma de luz rojiza.

Su cuerpo no pudo contenerla más y estalló en una explosión de llameante energía y sangre que dejo una bonita mancha roja al final del puente.

Perdí el control de la moto al desfallecer y me estampe contra el asfalto, lo siguiente que recuerdo es llegando al hospital en la ambulancia.

Esta vez tuve suerte, tenia quemaduras de segundo grado y tercer por el fuego y la abrasión del asfalto, podría no haber rodado inconsciente cuando caí y mi cuerpo podía no haber tenido los actos reflejos de curarse con la última que quedaba del sistema eléctrico cercano, de no haber sido así con toda seguridad ahora habría una lapida en el cementerio con mi nombre, sin flores y sin nadie que la velase.



Malicia vino a visitarme al hospital, me dijo que se marchaba y que los chicos habían quedado liberados, mi móvil sonó y el ingreso de sus padres se había realizado, todo había salido bien.



Me levante del banco y mentalmente le dije al muchacho que viniese hacia mi y no rondase mas a aquella señora mayor.

El romaní se acerco asustando a aquel tipo con barba de dos días y manos vendadas que tenia delante.

Me saque 100€ medio chamuscados del bolsillo y se lo tendí.

“Búscate un trabajo y feliz navidad” le digo.

Solamente me queda una pregunta rondando por la cabeza

¿Se habría achicharrado El Albino?

lunes, 15 de diciembre de 2008

Cazador de Medianoche : Tras la sombra del Vampiro (III parte)

He salido del hospital.

Aun me duelen las manos, menuda mierda, parte de los instrumentos de mi trabajo como Cazador sin movilidad completa.

Estoy sentado en la Plaza del Duque tomándome un café con caramelo y extra de azúcar de una de esas cadenas de cafeterías que han mandado al infierno a todas las pequeñas y familiares cafeterías donde conoces a los dueños desde siempre y donde no necesitas decir que es lo que quieres porque de solo verte entrar saben que es lo que vas a tomar.

Progreso supongo.

Delante de mí hay un muchacho Romaní buscando su próximo objetivo.

Me parece mal que quiera robarle el bolso a la señora mayor que acaba de salir de las cálidas puertas del centro comercial de mi derecha aprovechando que va cargada de bolsas rojas preñadas de regalos de navidad.

Puede que no sea mi función, pero estamos casi en navidad y quiero hacer la buena obra del día.

Me pongo mis gafas de sol, aún es temprano, no tengo que abrir la librería hasta dentro de media hora larga, así que el sol sigue brillando lo suficiente como para no llamar la atención con ellas puestas.

Cierro los ojos y me cuelo en su cabeza, es fácil.

Aunque hacerlo con un vampiro recién creado y cuyo interior se debate entre la moralidad y la bestia es algo mas complicado, si no hubiese conocido este truco casi con toda seguridad no estaría aquí sentado disfrutando del café y escribiendo esto en mi libreta.

José Manuel era un chico aficionado a la música extrema, amante del cine gore y que estaba cursando primero de bachillerato en un instituto privado de nombre largo y con muchas referencias católico-apostólico-románicas, con intenciones de entrar en Derecho como tantos otros muchachos de su edad.

Bueno, era y es, la única diferencia con sus compañeros de clase, es que ha conseguido sobrevivir al vampirismo.

Su chica, o su ángel de las tinieblas como le gustaba llamarla a él, se llama Laura, estudia en un colegio femenino de nombre igual de rimbombante con referencias a la religión católica.

Niños bien jugando a ser chicos malos, el plan era cojonudo, menos mal que no les estallo en la cara, no me habría gustado ver lo que la “amiga” de Malicia podría haber hecho con las fortunas y posición de ambas familias.

Me habría dado demasiado trabajo no remunerando y no es que no posea un alma caritativa y no sepa de los peligros de tener una o varias manadas de vampiros sueltos en la ciudad, pero es que tendría que devorar las existencias de un bufet libre para poder acabar con ellos.

Llegué a la fiesta y aparqué la moto en el callejón de la izquierda de la sala, en la salida de los artistas, justo donde sabía que sería por donde entraría Malicia.

Mi entrada fue por la puerta normal, pague mi entrada y mientras el primer grupo cantaba desde el escenario fui a pedirme una bebida energética, no es que hubiese dormido poco, pero un extra de azúcar nunca venia mal.

El portero habitual me saludo con el asentimiento de cabeza de siempre, disfrutaba de los conciertos que daba la sala, pero bajo mi punto de vista la ubicación y la mala comunicación que tenia con respecto al centro era el motivo por el cual su cierre estaba siempre amenazando en el horizonte.

Me dispuse de espaldas a la barra para intentar encontrar a mi objetivo o a cualquiera de los dos muchachos.

Nada.

Mire el reloj, era poco mas de la una de la mañana ¿Cuándo llegaría Malicia?

Cerré los ojos, canalicé un poco de energía y busque a través de la sala a cualquier posible no-muerto que pudiese haber.

Ciertos conjuros son toda una experiencia para el mago, ese por ejemplo, el que realicé para buscar cualquier vampiro, es visualizado como una cámara que viaja a toda velocidad entre la gente, los humanos brillan según sus emociones, como una lectura de aura pero a un nivel colectivo, los vampiros sin embargo están rodeados de un mortecino halo gris envolviendo su estado emocional.

En aquella sala abarrotada de gente disfrazada predominaba el color rojo en todos sus tonos, había emociones intensas de excitación en el ambiente, un par de personas deprimidas y dos en particular que por el brillo de sus auras no tardarían en estar teniendo sexo salvaje.

Sonreí aun con los ojos cerrados y seguí buscando.
Allí estaban, dos vampiros, machos ambos, un tipo albino y uno con una visible cojera, maldita sea, había mas chupasangre.

Salí a la calle, di un paseo hacia una de las calles cercanas, de bulliciosa actividad diurna pero a estas horas estaban desiertas, perfecto, justo lo que necesitaba.

Tracé en el suelo un círculo perfecto y sus respectivos símbolos cabalísticos, me puse en el centro y realicé mi segundo conjuro de la noche, mi corazón dejó de latir, mi tez se tornó algo más pálida, la temperatura de mi cuerpo descendió hasta los cuatro o cinco grados, ahora a vista de cualquiera que supiese mirar era un vampiro.

Menos mal que había cenado bastante.

Me quite los anillos de plata colocándolos en los bolsillos de los pantalones con un sencillo cantrip para cuando metiese la mano encajasen directamente en mis dedos.

Entre de nuevo en la sala y cometí el primer error de la noche.

Tendría que haber sondeado sus mentes, pero desconocía de los trucos que estos dos podían realizar y no quería delatar mi posición como cazador ante ellos.
Aun no.

Me acerqué a ellos dos acelerando levemente mi movimiento, sin llegar a ser totalmente una anomalía a menos que estuvieses mirándome fijamente, sin embargo para un sobrenatural era un indicio claro de lo que tenia delante.

Me planté delante de ellos, le sonreí, ambos me miraron sorprendidos y a la defensiva, había algo que no iba bien, sin embargo extendí mis brazos y con las palmas hacia ellos mostrándoles que venia en son de paz agache levemente la cabeza en señal de saludo y leve sumisión ante unos desconocidos visiblemente mas poderosos que yo.

Al menos se tragaron el anzuelo.

El albino dio un paso adelante, me tendió la mano con una sonrisa, es sabido que algunos de estos bastardos tienen la capacidad de incinerarte dándote la mano, yo también puedo hacerlo y no soy un vampiro, pero dudaba que fuese a usar ninguno de sus trucos aquí.

Le di la mano, se presento simplemente como “el albino”, me presente como Richard con mi mejor acento inglés, les pregunte que que era lo que les traía por la ciudad de Sevilla y que si estaban solo de paso.

Su respuesta fue clara y concisa “hemos venido a cazar a uno de los nuestros” dijo el albino, el otro vampiro que aun no había abierto la boca lo interrumpió diciendo que no habían venido a cazarla sino a reencontrase con ella.

El albino lo calló de un manotazo visiblemente potenciado que lo arrojo contra la valla de protección del escenario.

Mierda, había dos bandos y en mitad mi objetivo, la cosa se ponía jodida.

Para ellos.

En ese momento dejó de tocar el último grupo y sentí como entraba una chupasangre al local que a toda velocidad se acerco hacia nosotros.

Por suerte las luces de la sala a excepción de la barra eran tenues y nadie se dio cuenta de su veloz entrada.

Se acercó al albino y le susurro al oído “ya viene”

La nueva en discordia era una chica de metro sesenta, pelo largo negro y unos generosos labios rojo carmesí, adornados con un piercing bajo el labio inferior, era delgada pero fibrosa y con unos pechos pequeños y turgentes, vestía unos vaqueros negros y una camiseta palabra de honor de color gris oscuro, llevaba las largas uñas pintadas de negro, sus finas muñecas estaban adornadas con sendas muñequeras de cuero.

Comencé a medir a mis tres nuevos oponentes por la presa y sentí como ella llego en ese momento.

Y no llego sola, con ella venían mi objetivo, su chica y dos chicas mas, los cuatro recién conversos, solo esperaba que no fuese demasiado tarde para ellos.

El albino, el cojo y la veloz se pusieron tensos y miraron hacia la puerta que estaba en la otra punta de la sala, el rostro del cojo al verla se ilumino con esperanza y vi el amor en su mirada, los otros dos abrieron los brazos y sus uñas crecieron visiblemente, la sangre iba a llegar al rio y los muchachos por en medio, maldita sea.

El albino con sus ojos rojos de rabia me dijo que aguardase aquí, que seria solo un momento, agarro fuertemente del brazo al cojo y los tres se marcharon hacia la puerta.

No había previsto que esto fuese así, esperaba poder hablar con Malicia acerca del dominio de los muchachos y que los dejara libres, sin tener que llegar a cortarle la cabeza.

Dentro de mi gremio soy de los que están peor vistos, creo que ninguna criatura sobrenatural debe ser ejecutada sin comprobar el porque de sus actos, no tengo el rango de juez, pero tampoco lo quiero, todos ellos están corruptos por un lado o por otro, me gusta ser un FreeLancer que intenta salvar el máximo numero de vidas posible, sin embargo no todas las criaturas sobrenaturales son de razonar ni se puede llegar a un entendimiento, por eso siempre hay que ir preparado para todo.

Malicia percibió a sus dos presuntos ejecutores y al que arrastraban con ellos acercándose lentamente, como el depredador que sabe que va a cazar a su presa y quiere saborear el miedo que esta exuda.

Miro al muchacho cojo con pena, abrió los brazos impidiendo el avance de los cuatro neonatos que la acompañaban y los empujo suavemente hacia atrás.

En ese momento irrumpí con tanta velocidad y violencia en la mente del chico al que tenía que salvar que quedó visiblemente aturdido, solo podía decirle algo rápido, darle una orden simple y quedar con la quizás vana esperanza de que lo cumpliese al pie de la letra.

“Corre”

Mientras que los muchachos salían velozmente por la puerta le lanzo al albino una mirada tan cargada de odio que podría haber roto algún cristal, con un glamuroso gesto giro sobre sus tacones y su melena pelirroja corto el viento tras de ella.

El albino acelero su paso, pero el muchacho cojo intento retenerlo todo lo que pudo, me dio unos segundos de ventaja y llegue antes que ellos a la puerta, Malicia ya estaba montada en un Opel Astra que salía racheando del aparcamiento de delante de la sala.

Mire el vehículo, otro truco mas, sentí como los pelos de mi espalda se erizaban, maldita sea, el primer síntoma de que mis “baterías” estaban a media carga, al carajo, aquí lo dábamos todo, los cuatro chicos tenían que sobrevivir.

Con el ultimo truco sabia perfectamente la ubicación del vehículo, por lo que no me preocupé por localizarlos después, además había visto al chico y sabia como localizar su aura de vampiro aun no corrompido por el sabor de la sangre humana.

El albino salió discutiendo de la sala con el cojo, al menos habían guardado sus garras, la chica acelero su paso e intento alcanzar al Opel, menos mal que fue en vano, tendría que haberles parado los pies allí en medio y no me gustaba nada la idea de hacer una exhibición de Magia delante de tantos humanos.

Me invitaron a unirme a la cacería con la promesa de poder formar parte del comité de succión de los jugos vitales de los cinco que íbamos a perseguir.

Entre los vampiros existe una practica poco habitual que podría ser comparada con el canibalismo, uno o varios vampiros beben la sangre de otro hasta matarlo, quedándose con parte de sus recuerdos, habilidades y poder, estaba a punto de aceptar una proposición que de ser uno de ellos habría sido motivo de ejecución por parte de mis iguales, estos cabrones jugaban duro, desconocía que era lo que los movía pero estaban dispuestos a todo.

Me gustaba esto.

Les dije que saliésemos a buscarlos y nos viésemos a las cinco en la puerta de la sala Salvation, el Albino sospechó algo y me dijo que la chica que se presento como Seth me acompañaría, ante mi negativa el albino dijo que iríamos todos juntos y que me seguirían con su coche.

Un Audi S4, de puta madre.

Me subí a la moto y como acto reflejo me puse el casco y abroché la chaqueta.
Como si los vampiros necesitasen el casco o pasasen frio.

El albino se dio cuenta en ese momento de que estaba timándolos de alguna forma.

Al salir a la ronda Norte y a una velocidad considerable comenzó a acercarse peligrosamente por detrás a mi moto.

Aceleré el fiel motor de la niña de mis ojos hasta que el cuenta revoluciones se planto en las 4000 vueltas por minuto, tenia que apurar las marchas, el coche que me seguía podía alcanzar los 240 kilómetros por hora sin problema y esa era la velocidad punta de mi moto.

Una fugaz idea pasó por mi cabeza, quizás pudiera joderles un poco con alguien que iba dentro de su coche.

Genial, conducir una moto, tener que evitar que te revienten por detrás a toda velocidad y sondear la mente de un vampiro cojo, ¿había algo mas que pudiese hacer a la vez?

martes, 9 de diciembre de 2008

Cazador de Medianoche : Tras la sombra del Vampiro (II parte)

No tengo ni idea de que día es.

Estoy postrado en una cama de sábanas blancas de la habitación de un hospital, según mi reloj interno, aproximadamente deben de haber pasado mas de dos semanas desde Halloween, escribo esto a duras penas porque mis manos están vendadas y siento que los huesos de mis dedos están hechos trizas.

El golpe fué más fuerte de lo que esperaba.

Han pasado algo más de dos semanas desde que escribí aquí por última vez, acabo de llamar a Belén y con la excusa de haber conducido con un par de cervezas le digo que tuve un accidente con la moto, cosa que tampoco está demasiado lejos de la realidad.

Al menos conseguí mi objetivo, el chico y su pareja están alejados de la maldición del vampirismo, pero mi moto está destrozada, siniestro total y esa maldita zorra casi consigue matarme, aunque mi respuesta ante su ataque la dejo espolvoreada en la SE-30.

Todo iba bien esa noche, sabía cual era mi objetivo, tenia el rostro de esa vampiresa francesa en una foto, sabia lo que era capaz de hacer, el muchacho y su pareja (aunque los padres del muchacho no fueron demasiado insistentes en ella) debían de ser llevados a un lugar seguro y quitarles la maldición.

Lejos de todo lo que la gente cree, la maldición del vampirismo es algo reversible, siempre y cuando el vampiro joven en cuestión no haya probado el sabor de la sangre humana de una víctima viva, puede beber sangre animal, sangre de donación o incluso sangre recién vertida en algún recipiente, pero el paso irreversible en la mayoría de los casos, es cuando el vampiro bebe sangre directamente de un humano.

En la mayoría de los casos es un acto impulso primario animal y salvaje del vampiro recién creado, el primer paso para convertirse en un depredador nocturno, el hambre.

A otros, aquellos cuya voluntad es fuerte y su primer instinto no es el soltar al animal salvaje y dejarlo libre para que se alimente del primer indefenso (o no) que se cruce en su camino, suelen preguntarse el porque de su estado, cayendo en una espiral emocional depresiva.

Sin embargo la mayoría de ellos son engañados con ese mito de que el vampirismo es irreversible, entonces, estos recién convertidos de férrea voluntad escogen una victima y la seducen, se acercan lentamente a ella mirándola a los ojos y susurrándole desde la distancia, consiguiendo toda su atención y encanto, haciendo que baje la guardia y se entregue por propia voluntad a cualquier deseo del recién creado, es entonces cuando el vampiro se acerca a su victima y bebe con avidez de su cuello, dejando a su victima generalmente sin vida, después todos son lamentos y lagrimas de negra sangre, suele acercarlos a acciones autodestructivas a menos que otro vampiro, generalmente el que lo ha creado se acerque a el y lo felicite, llevándolo al lado mas inhumano de la no-vida.

Lo se demasiado bien.

Sin embargo el muchacho tenia pelotas, no había bebido sangre humana viva, o al menos, es lo que sospechaba por los datos que tenia, gracias a los Hados que fué así.

Conseguí un pase para la fiesta privada de después de la fiesta publica en la sala Q de la que esta vampiresa parece que es la organizadora, metiéndome con toda seguridad, en la boca del lobo, en un garito lleno de chupasangres que si no lo saben puede que deseen saber que la sangre de alguien como yo les da el mismo efecto que la cocaína mas pura puede producirle a un humano normal.

Un subidón vamos, he escuchado de compañeros que han sido atados y amordazados, alimentados por un tubo como si fuesen animales solo para extraerles su jugo vital por parte de un fornido grupo de vampiros, aunque claro, el mago en cuestión era demasiado novato, demasiado joven y no conocía ninguno de los trucos mas poderosos contra esta clase de seres.

También tengo que agradecerle (muy a mi pesar) a Joaquín el que dejase que sus libros más importantes no estuviesen sostenidos por su quintaesencia, por lo tanto no desapareciesen cuando su último aliento se escurrió entre mis manos.

Gracias a ellos aprendí trucos avanzados que aunque inicialmente me costaron algún que otro día tirado en el suelo sin fuerzas para moverme, pero que ahora domino sin problema alguno.

Miré el reloj, eran las diez de la noche y tenia toda la información que creía necesitar, prepare la cena, una ensalada de queso italiano, tres filetones de ternera, una jarra de zumo de naranja y de postre un brazo de gitano de chocolate

Si, me puse hasta el culo de comer, pero necesitaba ir preparado para lo que pudiese encontrarme en esa fiesta privada y no me parecía correcto ponerme en mitad de la noche a engullir perritos calientes, entre otras cosas porque llamaría demasiado la atención sobre mí y lo que menos quería esa noche era llamar la atención.

Aunque teniendo en cuenta mi aspecto y como pensaba llegar al lugar era algo difícil.

Saque del armario la ropa aun envuelta en los plásticos de la tintorería, la chaqueta de moto negra y con las protecciones azules, las pesadas y duras botas trucadas, unos vaqueros negros, la camiseta de manga larga de estilo industrial con protecciones blindadas en pecho, abdomen, codos y hombros, la cual era real pero pasaba por simple moda gótica, era lo mejor de estas fiestas, puedes ponerte ropa con protección real y pasaras desapercibido.

Como complementos elegí mi cinturón con hebilla de plata, los anillos estilo “ángeles del infierno” de plata y sin duda alguna el collar de pinchos con púas de plata.

Y sin duda un par de toques en cuello, muñecas y codos de mi perfume favorito.

Me miré en el espejo de cuerpo entero, perfecto, un gótico más, pero me faltaba el detalle final.

Canalicé un poco de quintaesencia y mis rasgos se afilaron, mi pelo se alargo un poco y se tornó negro con reflejos azules y engominado hacia atrás, mis ojos se colorearon de blanco y un leve perfil de sombras los rodeó.

Podría haberme teñido el pelo y haberme maquillado, pero con un sencillo cantrip podía hacerlo todo, además me gustaba mi aspecto y el tinte es un coñazo que se quite del color de pelo que tengo.

Volví a mirarme en el espejo, estaba rompedor, si no tuviese un trabajo entre manos y con un par de truquitos podría llevarme al catre a cualquiera de las asistentes a esa fiesta.

Esta noche salía de caza, pero no de ese tipo, además, después de haber tenido como compañera de cama a aquella fémina del séptimo nivel en su verdadera forma, ninguna humana podría haberla igualado, aunque era Halloween y nunca se sabe lo que puedes encontrar en una fiesta gótica disfrazada de humana.

Un ultimo vistazo al espejo y vi como la plata refulgía en el reflejo, le sonreí a mi imagen, cogí el casco para la moto y salí al pasillo.

Lejos de lo que la creencia popular dice, la plata no afecta a los licántropos, ni la estaca a los vampiros, al parecer y según algunos antiguos tratados que saqué de casa de Joaquín, existe un tratado de tiempos inmemorables donde los licántropos y los vampiros firmando los unos con la sangre de su primogénito y los otros con la propia, acordaban el no revelar nunca el secreto de que es la plata la que afecta a los no-muertos y la madera y otros elementos naturales tratados correctamente lo que es normal para los licántropos.

Evidentemente el fuego les puede hacer mucho daño, en especial a los vampiros, pero las balas casi no les hacen nada a ninguno de los dos, al menos las normales.

He leído historias de Cazadores del otro lado del charco donde decían haber vaciado el cargador completo de una escopeta de combate en la cara de un vampiro y haber sobrevivido a duras penas al combate al emplear como arma improvisada un candelabro de plata.

Tipos duros ambos, con los licántropos generalmente no suele haber problemas, intentan pasar desapercibidos entre los humanos y se reúnen en comunidades en bosques y zonas alejadas de las ciudades, muchos de ellos se hacen pasar por sectas naturistas, wickanas, o simplemente por hippies de nueva generación que aman el campo, la paz y el amor cósmico.

Y una leche.

Pero no son licántropos lo que me espera sino chupasangres, esta Malicia al parecer viene de Paris.

Oh lala, la ciudad del amor, que bien, perfecto, por los cojones, una vampira de pelo rojo con acento francés, exuberantes pechos y un corsé gótico, sacado de una ilustración para flores languidas sobre muros de piedra quinceañeras.

No se que será mas peligroso si ella misma o la cantidad de moscones que tendrá revoloteando a su alrededor.

Bajé en el montacargas al garaje y al lado de mi coche estaba la niña de mis ojos.

Pobrecilla, ahora debe estar en un lugar donde estará siendo manoseada por algún paleto de manos grasientas, nada más pueda moverme prometo coger un taxi y buscar la ubicación exacta de mi moto y arreglarla con mis propias manos.

Y con ayuda de la magia porque me va a hacer falta.

Monté sobre ella, arranqué su motor que ronroneaba como un gatito a los pies de una chimenea, me puse el casco y accioné el botón de la puerta de la cochera, iba a ser una noche interesante.

No sabía hasta que punto.