jueves, 6 de noviembre de 2008

Cazador de medianoche : Tras la sombra del Vampiro (I Parte)

Mi cliente acaba de marcharse. He aceptado el trabajo, pero hay algo que me escama, he puesto un precio ligeramente superior a lo que había previsto y ha aceptado sin poner ningún tipo de impedimentos. Supongo que, o bien estaba desesperado o bien es una trampa. Ambas cosas son malas, un cliente desesperado puede haberte contado sólo una parte importante de lo que tienes que escuchar y puede llevarte a morir, sin duda alguna, porque se le olvidase de mencionar, por ejemplo, la particular fascinación por los perros de presa. Si me están tendiendo una trampa, la cosa puede salir mal para todos: para mi presa, porque acabe cayendo a las malas; para mí, porque tenga que usar un tipo de magia a la que no me gusta recurrir; y para mi cliente, porque si es cierto que sabia que era una trampa, y puedo saber si me estaba mintiendo, su entrepierna tendrá un encuentro casual con el primer cajón de la mesa de mi despacho.

Maldita sea, parezco una quinceañera escribiendo en su diario de Barbie lo guapo que es el nuevo chico de clase.

Tendré que comentárselo a Belén, porque me siento totalmente absurdo escribiendo esto, tengo treinta años y sí, puede que mis primeros 20 años de vida los haya pasado encerrado en una casa con un tipo sádico, calvo y gordo que abusaba de mi sexualmente, pero este diario me parece un absurdo.

Zapatero a su zapato que solían decir, al igual que Belén, que no tiene ni puñetera idea de magia. Yo de psicología avanzada tampoco sé nada, aunque espero que el contacto con esta chica me enseñe algo más acerca de ello.

Mi cliente me contactó a través de otro cliente que tuve el año pasado por estas fechas, para el mismo tipo de presa, un vampiro.

Desconozco el motivo por el cual cuando se va acercando Halloween, algunas de estas criaturas tienden a estar mas descontroladas de lo que lo están normalmente.

Muchos de ellos circulan libremente por las noches mezclándose entre nosotros, haciéndose pasar por uno mas, adaptándose, mimetizándose con sus potenciales presas.

Sólo los más estúpidos se atreven a beber la sangre hasta la muerte de una persona humana, un crimen así es inmediatamente comunicado al departamento gubernamental correspondiente que, por norma general, actúa con una discreta eficiencia. Es bastante difícil cruzarse con ellos, sin embargo tengo la completa seguridad de que no tienen a nadie con habilidades sobrenaturales en sus filas.

El caso para el que me han contratado parece algo típico de novela de vampiros para quinceañeras que escriben un diario como hago yo, por eso lo he aceptado, me ha hecho gracia. Además parece ser un caso fácil y después de ello creo que pasaré por el Buda del Mar a tomar algo, aunque tenga que aguantar a un montón de capullos disfrazados de cosas que ni siquiera saben que la gran mayoría existen, es más, en alguna que otra fiesta me he encontrado alguna criatura de aspecto desagradable bebiendo como un cosaco en la barra de una discoteca, sin miedo a caminar entre los humanos, culpables estos mismos humanos, entre otras cosas, de la desaparición de la gran mayoría de su especie.

Sin embargo es esta noche la única en la que las prohibiciones de mostrarse a los humanos para la mayoría de las sub-especies que pueblan la noche, tienen una flexibilidad impensable en cualquier otra noche, así que muchas de ellas aprovechan para salir a la calle sin necesidad de ningún artificio o truco para cubrir su aspecto, ya sea total o parcialmente.

Aunque por otra parte, también las hay que aprovechan para dar rienda suelta a su reprimida naturaleza y saciar su sed de sangre, pero para eso, creo, ya existen destacamentos públicos o privados que se encargan por velar de la seguridad del ciudadano común.

No me he encontrado nunca con ellos, pero he visto cómo trabajan, por eso he aceptado el caso después de escucharlo: Un muchacho y una chica que se conocen por un foro de internet de temática gótica, se atraen, quedan y él desaparece de casa. Hasta aquí todo normal y seria un caso para la policía y no para mí.

Lo bueno viene ahora, el chico es de una familia con pasta, del que se sabe que sus padres lo han mandado a Aspen a esquiar. Manda cojones. No pueden poner el caso en conocimiento de la policía porque podría llegar a la prensa y eso destruiría la reputación familiar; tampoco se fían de ningún detective privado por el mismo motivo. Han recurrido a mí y habría desechado el caso si Elisabeth, conocida en el mismo foro como "La_Eli_Bathory:[" , la hija de la persona que los enviaba no hubiese tenido el mismo problema el año pasado con un vampiro joven especialmente violento y pesado, el cual por cierto aun esta buscando sus colmillos en el fondo del rio, al cual entre otras cosas no puede acercarse, lo sé, a veces soy un cabrón, pero no podía permitir que ese tipo siguiese haciéndole lo que le estaba haciendo a Eli, que con sus 15 años estaba totalmente segura de ser lo suficientemente madura cómo para exponerse a contraer alguna de las enfermedades humanas (o no) que puede trasmitir un chupasangre aprovechado como aquel.

El caso está en que el año pasado, cuando comencé a ocuparme de este caso, me registré en el foro e investigué.

Muchas mascaras y mentiras es lo que pude encontrar, sin embargo hallé algunos personajes curiosos con mucha mas profundidad de la que dejaban ver. Uno de ellos tuvo que pagar el precio y ahora se encuentra en coma. Fue decisión suya el venir conmigo, le advertí de los riesgos.

Ahora tengo un nuevo caso entre manos con el mismo tipo de presa. Lo peor de los vampiros es que se reproducen como conejos, un solo chupasangre puede convertir en no-muertos a una docena de personas en una noche, dejándolas en un estado de euforia y sed de sangre que da miedo, recemos porque aún no haya sido así.

Mi miedo inicial ante esta presa no sólo es por la vida del muchacho. Revertir el estado si ha sido convertido en vampiro es difícil y costoso, eso se lo he hecho saber a sus padres, sin embargo parece que están dispuestos a pagar el precio. Lo que me asusta es que la presa detrás de la que voy es una mujer: Malicia se hace llamar.

Me apenan en parte estas criaturas, condenadas por voluntad propia a vivir de noche, bebiendo la sangre caliente de sus victimas, sin embargo, por lo que tengo entendido, la sensación de poder y el sabor de la sangre es algo incomparable a cualquier placer humano. Personalmente, y hablando de placeres, prefiero los dispensados por otro tipo de criaturas, como aquella con la que compartí un periodo de mi vida. No sé quien pago el mayor precio, si ella o yo. Me duele no poder recordar su nombre, pero la magia es así.

Estoy apurando el ultimo sorbo de mi segundo café con extra de azúcar y me marcho a investigar un poco sobre esta Diana. Al parecer, mañana harán su aparición en la fiesta que ese foro organiza en la sala Q. Genial, una fiesta de disfraces para cazar un vampiro, No sé porque me meto en estos líos.