jueves, 4 de junio de 2009

Cazador de Medianoche : Sombras

Aunque camine por el valle de las sombras ningún mal he de temer pues Jesús Hombre está a mi lado” o algo así recitaban, como si de un mantra de protección se tratase, los soldados cristianos católico apostólicos románicos que en las dos guerras iban al frente, sin embargo en mi caso, no creo en una única y omnipresente deidad universal y menos aún para pedirle ayuda, tampoco pensaba hacer como Hommer Simpson y rezarle a Superman, sin embargo en ese momento cualquier ayuda o protección me habría venido estupendamente.

Tras comprar un Homúnculo y un cadáver instantáneo en el mercado negro, formar la copia rápidamente para que se pareciese lo máximo a mi y mandarlo en AVE a Madrid a casa de la chica a la que tenía que asesinar por orden del ministerio, yo por mi parte seis horas antes había tomado un autobús de línea regular y acompañado por un grupo de rusos que ocupaban toda la parte trasera del autobús y roncaron a pierna suelta durante todo el trayecto, gracias a que habían abusado del vodka que traían de su patria, que por otra parte sabia a colonia barata, y a un pequeño empujón que les di por mi parte para sumirlos en un profundo y dulce sueño etílico.

Tenía un papel que interpretar y Ïegor, el ruso que estaba sentado a mi derecha y que soñaba plácidamente con el reencuentro con su hija Iväna, me estaba dando toda la información que requería para que todos saliésemos vivos de esta situación y me diese tiempo de hablar con la cabezota de Sherezade e intentar hacerla entrar en razón ante una acusación por un hecho eventual de alguien que en breve se uniría a las filas de los despiertos, y si, sé que me prometí hace años que no volvería a tomar un discípulo, que la piedad no tendría cabida en mis acciones, pero la puñetera chica, su posible futuro y la injusticia que me ordenaban cometer me llevo por un camino en el que en demasiadas ocasiones tuve el aliento de la muerte soplando en mi nuca y no metafóricamente.

Pero poniendo en orden mis ideas, ya que estos meses privados de magia, luz y compañía me han ayudado a hacerlo, continuo escribiendo en esta libreta donde me quedé, a sabiendas de que era posible de que alguien pudiese robarla de mi vivienda, mi Homúnculo viajaba en AVE a Madrid mientras que yo ya estaba allí, el estaba siendo vigilado por un perro de presa de la Santa Sede, hace tiempo que estos bastardos andan detrás de hacer un censo de los nuestros y ser ellos mismos quienes regulen dicho censo, desconozco si están del lado de la luz o de las tinieblas, lo que si tengo seguro es que muy luminosos no debieron de ser aquellos que ordenador la muerte tras tortura de las futuras alquimistas que nunca vieron el día siguiente, tampoco creo que lo sean aquellos que sodomizan a niños prepubescentes encima del altar mirando a Jesucristo y pidiéndole perdón a Dios por lo que están haciendo, a Dios rogando y con el mazo dando que dicen.

Como decía, el sacerdote de presa seguía a mi Homúnculo creyendo que era yo, mientras que yo copiaba los recuerdos e imágenes de los recuerdos e imágenes soñadas por el ruso que dormía a mi lado en el autobús mientras que yo concentraba dichos recuerdos e imágenes soñadas en sendos anillos de cambio de personalidad, lo que no contaba era con que le cortasen la cabeza a mi Homúnculo.

Tras apearme del autobús salí de la estación con mi aspecto y mi porte, no sin antes vaciar las existencias de las 3 maquinas de chocolatinas de la planta de acceso a la estación, seguro que esto no era demasiado bueno para mí colesterol.

Me dirigí hacia el barrio de chabolas que hay cerca de Méndez Álvaro con paso ligero, al llegar allí “convencí” a un adicto a la Heroína de que me llevase al sitio donde suelen fumarla, desconocía si alguien que me vigilase había escapado a mi control y necesitaba un sitio donde “cambiarme de ropa”.

El “portero” no me vio gracias a un sencillo conjuro, empezaba a sentir un poco de hambre, y creyó que los desvaríos de hablarle al vacio de mi guía no eran más que un mal viaje, por lo que no tuve dificultades en acceder a una habitación llena de una espesa humareda de amoniaco en ebullición, llena de miradas vacías, bocas abiertas y sonidos de balbuceo, un tipo pasaba de vez en cuando a mirar el estado de los fumadores de heroína y por si querían comprar otra dosis para otro viaje.

Cerré la puerta a mis espaldas cuando el tipo salió, necesitaba sellar la habitación físicamente para poder hacerlo metafísicamente, ninguno de los allí reunidos supo que había pasado, aunque también les hice un pequeño favor.

Sacando el pergamino de Okhu-Simbel de la gabardina, recité su contenido, las runas de este brillaron mortecinamente y la habitación quedo sellada mágicamente, a menos que alguno de los adictos a aquella mierda estuviese despierto, nadie del exterior podía ver que por ningún tipo de conjuro, hechizo, o aparato de visión remota, que era lo que ocurría allí dentro.

Me puse el anillo en el que había cargado el aspecto y los recuerdos de Ïegor y tome su apariencia, olor a Vodka barato incluido, pero no sus recuerdos ya que el anillo no estaba totalmente activado.

Mi plan era sencillo, mi Homúnculo despistaba a la presa hasta la casa de la chica donde nos encontraríamos los tres, yo la “secuestraba”, tomábamos las personalidades de otras personas y mi Homúnculo volvía a Sevilla para intentar hacer entrar en razón a Sherezade y hacerla que se arrepintiese aprovechando su condición angelical, cuando lo hubiese conseguido, nos convocaría esta última y todo se arreglaría, cada cual a su casa y todos contentos.

Pero como dije antes, no había contado con que el fanático del sacerdote me atacase después de la “muerte” de la chica, esto casi consiguió que acabase muerto realmente llevándome conmigo a la niña.

Entrar en la casa de la chica fue fácil, al menos lo fue tras comerme una docena de barritas de chocolate con caramelo, despertarla y silenciarla para que escuchase mi explicación tampoco fue complicado, recordemos que se acababa de despertar y que sus dones aún no se habían mostrado por lo que su resistencia aún era baja, manipular la memoria y los recuerdos de sus padres requirió algo más de trabajo y mi estomago bramaba como un León en celo en mitad de la sabana, la niña una vez escuchó mi explicación, bendita credulidad adolescente, se puso el anillo y como tal, la chica que escribía cuentos sobre Sherezade murió en ese momento, o más bien entro en letargo, dejando de producir ondas alfa únicas y habiendo cumplido realmente la pena que caía sobre mí, ya que quien tenía en aquel momento delante era Iväna, la hija de Ïegor, que viendo a su padre casi empieza a gritar de alegría.

Si alguien hubiese comprobado un registro global de ondas Alfa habría visto que existían dos idénticas en criaturas aún no despiertas, pero como ese tipo de funcionarios de ministerio tienen a ser los más vagos y esperaba no tener que mantener demasiado tiempo aquella situación, confiaba en que no nos pillasen por el bien de todos, ya que cada criatura sobrenatural solo tiene permiso de realizar un Homúnculo al año durante un determinado limite de horas y yo ya las había sobrepasado ligeramente, solo era cuestión de tiempo que viniesen a pedirme explicaciones.

Mi Homúnculo salió a la calle con la orden de ir a buscar a Sherezade, hacerla cambiar de opinión apelando a la inocencia de la vida que se había sesgado por su cabezonería y cuando esta como ser angelical que es sucumbiese a la presión que le había ordenado a mi Homúnculo ejercer sobre la consciencia de la angelical, le indicaría que me convocase volviéndose polvo, Sherezade se pondría hecha una furia pero sería incapaz de no hacerlo, cosas que tienen los angelicales encarnados.

Yo ya había salido de la vivienda con la que tenía el aspecto y personalidad de la hija de Ïegor y me encontraba en un callejón alejado a punto de ponerme el anillo que ocultaría mis ondas alfa duplicadas por parte de mi copia y me moviese como un inmigrante ruso, feliz por tener a su hija a su lado.

Gracias a los Dioses que el enviado por la Santa Sede fue rápido en su ejecución y mandó a un monaguillo a cortarle la cabeza a mi copia, habría quedado atrapado en la mente de Ïegor y la chica en la de Iväna hasta que algún vago funcionario comprobase la duplicidad de las ondas que emitían los Ïegor e Iväna originales y las copias, que en este caso éramos nosotros dos.

Antes de ponerme el anillo lo noté, mi homúnculo había desparecido, en la lejanía la madre gritaba al encontrar el cadáver falso de su hija en la habitación, y el sacerdote que había ordenado “mi” ejecución rastreaba mentalmente la zona para verificar que tanto el Arcano, que era como nos llamaban, que habían ido a ejecutar como la chica habían fallecido.

Estaba en un callejón sin salida, ya que las habilidades de este siervo de la Santa Sede podían ver el engaño en el cuerpo de Ïegor y venir a por nosotros así que agarre fuerte a Iväna, cerré los ojos y me lance al mundo tras el espejo más profundo, aquel que solo aparece en las peores pesadillas de los psicóticos con la mente más deforme y agrietada, a la autentica realidad donde moran seres informes cuya sola mención sería capaz de encanecer el pelo al hechicero más poderoso, pasee por el valle de las sombras sin convocar el poder de Jesús Hombre, sin pedir la ayuda de Superman y con el aspecto de un cuasi mendigo ruso que huele a Vodka.

Pasee por el infierno y aquí estoy sentado en los cómodos sillones de mi psicoanalista a punto de entrar a mi sesión mensual.

Mi paseo para NO recordar lo terminaré de escribir cuando finalice esta sesión con mi psicoanalista, ya que esta vez, realmente la necesito.