martes, 13 de noviembre de 2012

Retorno

"Mi nombre es Iván, soy un taumaturgo acreditado en la ciudad de Sevilla, cobro por resolver casos donde la "razón humana" deja de funcionar.


Estoy sentado en el sillón nuevo que he puesto en el salón de mi (ahora reformada) casa, compré el local de abajo y ahora tengo aparcada la moto al lado del Camaro que me compré después de terminar el último trabajto hace un mes.

Acabo de venir de ver a Belén, la cual ha sido bastante comprensiva cuando le conté el motivo de mis ausencias en su consulta, más comprensiva aún cuando ha visto el cheque con cinco cifras que le he dado por los servicios no prestados.

Quizás no todos los terapeutas están preparados para escuchar la versión light de la vida de un taumaturgo al que le encanta meterse en líos, sin embargo Belén escucha y toma nota de cada cosa que digo, y aunque podría creer que peco en exceso de egocentrismo, sus consejos y trabajos me sirven bastante bien, al menos eso creo, sigo manteniéndome al filo, no pienso tomar posicionamiento por parte de ningún bando.

Ha sido algo más de un año jodidamente endiablado, podría decir que soy casi funcionario de la administración porque recurren a mi en la mayoría de casos en los que interfieren fuerzas superiores, cosa que en parte es una tocada de pelotas, pero gracias a ello pude conseguir la renovación de la licencia (con un permiso especial por 20 años), la pasta para reparar la casa y hacerle algunas mejoras y algo de chatarra que me quedó para renovar el vestuario en una tiendecita que hay en el centro de Sevilla donde te arreglan los trajes a medida, entiéndase a medida con a prueba de metafísica o con cualidades excepcionales.

Mi vieja tetera silba en la estufa que tengo en una de las esquinas, evidentemente está trucada, no da calor, pero calienta el agua en el punto justo de la hierba que vayas a tomar en la infusión, uno de esos viejos objetos de colección que se pueden comprar por Ebay si sabes donde y que buscar.

Unas briznas de té rojo están en el fondo de mi taza, con una mano traigo despacio la tetera y con la otra la miel de la cocina, nunca había sido demasiado propenso a usar la magia para mover cosas por mera diversión, salvo tal vez aquella vez que tuve los dedos rotos y practicaba en casa con el mando de la televisión, sin embargo desde que "desperté" me he aficionado a ello para tener el tacto y la precisión necesarias y no manejar cositas pequeñas como si fuese maquinaria de obra.

En la primavera del año pasado alguien convirtió mi casa en un puñado de escombros con una caja fuerte en medio, las pesquisas me llevaron a iniciar una investigación en la que fundí casi todo mi fondo de pensiones, curioso alguien que puede dejar de respirar en cada caso con un fondo de pensiones, me recorrí con la moto medio país mientras que las pistas que encontraban me mareaban de un lado a otro.

Sherezade estaba desaparecida, alguien se la había llevado y no es porque quisiese poner a la angelical reencarnada mirando hacia las puertas de la ciudad de plata, tampoco porque se la hubiesen llevado de MI casa pasándose por el forro todas mis defensas y volando mi casa en el proceso, sencillamente era porque aunque no me gusta la Luz, pero había un cabrón de cuernos retorcidos demasiado oscuro campando a su aire por este plano y tenía a la que podía considerar casi mi amiga.

La investigación terminó en Mairena del Alcor (curioso que viajase de punta a punta de España para que todo acabase al lado de casa) en un antiguo monasterio abandonado (y derrumbado) con una curiosa leyenda local, en Samhein se lió la de Cristo, las puertas del infierno estaban medio abiertas, los vinculos se estaban rompiendo, las traiciones estaban comenzando a sucederse mientras que yo estaba obsesionado y enfrascado hasta el tuétano en aquella investigación que me estaba dejando hecho un trapo.

El 11-11-11 puñetero día de los cojones las puertas se abrieron de par en par, y habíamos solamente cuatro fanáticos esperando a pecho casi descubierto, a que algo lo suficientemente gordo como para no poder salir sin abrir totalmente las puertas viniese a nosotros.

Toneladas de Octarino, bajas por ambos bandos, incluyendo un loco rescate desde el segundo nivel del infierno (maldito lugar para encerrar a una angelical, para las pretensiones que tenía con ella), una herida lo suficientemente mortal como para esparcirte en varios planos de existencia a la vez y un sello combinado por parte de altos cargos del cielo y el infierno después, aquí estamos de nuevo.

Sobre lo que salió de las puertas del infierno, debo decir que los mayas no andaban demasiado mal encaminados con que el mundo acabaría este año, aunque los mayas no contaban con la estrella en el culo que parece que tengo en la mayoría de las situaciones en las que está en juego mi vida, aunque ahora todo tiene sentido.

Luz descansa en una prisión a su medida hecha para que no sea molestado ni moleste, quizás sea una simulación virtual de el perdón del El Padre, la cuestión es que ahora duerme plácidamente  todo lo que arrebató a muchas personas durante mucho tiempo les ha sido devuelto y  como diría J.K.R. ahora todo está bien.

No por ello no tengo que agradecérselo (aunque probablemente ell@s nunca lean esto) a cierta renegada del infierno y a un ángel con demasiada pasión por la sangre y el sexo que indudablemente tuvieron mucho que ver en encerrar a Luz y sellarlo, teóricamente para siempre.

Ahora el problema con el que nos avecinamos es otro, los dioses existen porque la gente cree en ellos y existen demasiado humanos donando su energía para el final del mundo antes de las navidades de este año.

Si aquel Taumaturgo que timó a luz y oscuridad saliese de donde esté estudiando se cabrearía en exceso con tanta patochada y probablemente saldría de nuevo a la luz y mandaría al mayor negocio del mundo a freir puñetas enseñando de verdad lo que es religión.

Pero esa es otra historia.



"Nos leemos pronto, o acaso creéis que solo vosotros podéis leerme a mi ;) "










lunes, 5 de noviembre de 2012

Decepciones


Llegue a aquella habitación de la segunda planta de una casa que parecía haber resistido el embite.

Había entrado en la casa al no haber visto señales delatadoras fuera que me indicasen que fuese a encontrar algo desagradable dentro.

Subí las escaleras esperanzado al escuchar música que provenía de arriba, hacía dos meses que no hablaba con un ser humano.

Al abrir la puerta mis esperanzas se desvanecieron, la música provenía de un iPod conectado a un despertador alimentado por una placa solar.

Aún resonaban los ecos de las personas que habían vivdo entre aquellas paredes, su recuerdo se mantenía allí aún vivo.

Pensé en apagar el despertador, para que en caso de que cualquier otro superviviente que pasase por aquí no se encontrase con la misma decepción que me encontré yo, pero ¿Quién era yo para borrar el escaso legado que habían dejado aquellas personas con la suave música que sonaba en su despertador?


El exterior seguía tranquilo, mortalmente tranquilo, como si en cuestión de unos días casi la mayoría de la población del planeta hubiese dejado de vivir para pasar a no-vivir…