lunes, 2 de abril de 2007

Mi nombre es V

Os dejo otro texto antiguo, estoy limpiando el lugar donde antes los tenia, borrandolos y algunos valen la pena, otros... no eran mas que mentiras sufridas, aqui os lo dejo, disfrutadlo leyendolo como yo escribiendolo ^^

Venganza, vendetta, retribución, rencor, todas ellas son lo mismo, devolución de una manera o de otra de la afrenta recibida, devolver la misma medicina que previamente se nos ha aplicado, a veces menos de lo recibido, a veces en su justa medida, a veces con creces...

Según cada persona, habitando en el recuerdo, la memoria, grabados a fuego o en piedra o en algunos casos como el mío, en un grueso tomo, de pesada y metálica cubierta, donde se escribe con una mezcla de tinta, sangre y lagrimas, el libro de los agravios, contenedor de dolos recibidos y sufridos, los cuales no se perdonan ni se olvidan, sino que quedan presentes en todo momento, a veces lo dejamos bajo una enorme pila de recuerdos y situaciones, buenas y malas, pero siempre cuando todo falla, cuando el aliento nos falta para seguir adelante, siempre queda, silencioso y omnipresente, ese placer, esa renovación de fuerzas impulsadas por el odio de quien ha sufrido, con el ansia, la necesidad de devolver aquel daño que de una manera u otra nos ha sido practicado, que ha llegado a calar tan hondo como para ser escrito en dicho tomo, pues nimiedades y estupideces no son dignas de ser escritas en sus paginas, solo lo que las antiguas tradiciones pugnan por ser devueltas, traición en todas sus formas, con todos sus posibles desenlaces...

Por mi parte no estoy excluido de culpa, nadie lo esta, pero ya he pagado con creces, aquellas afrentas que he realizado, dios me salve de practicar ninguna afrenta mas sin al menos haber intentado solucionarla, aun así si practico alguna afrenta y me es reclamado de alguna manera su devolución, dicha devolución no existe otra manera de aceptarla que no sea con el estoicismo de aquel en cuyo corazón arde la llama del guerrero.

Muchas anotaciones a muy pesar mío, existen en dicho tomo, cada una de ellas es una espina profundamente clavada en el corazón, donde, cuando la oscuridad ser cierne sobre mi, entra a través de dichas espinas y llenan de pesar el centro mismo de mi ser.

Pese a ello, no deseo convertirme en el sucesor de un judío que reclamando una libra de carne perdió no solo todos sus bienes sino a todo aquel que le rodeaba, por la necesidad de solicitar la retribución inmediata, tampoco en un aristócrata encerrado en una oscura torre, muerto y vuelto a la vida con el único fin de vengarse, amando mas a la venganza misma que a la doncella que se sentaba a su lado en un árbol desde el cual manda a otra pareja a buscar otra rama en su feliz desenlace final, no, cada cosa tiene su momento, su sitio y su prioridad...

Justicia reclaman algunos, la justicia es una dama ciega, caprichosa e infiel y al igual que una prostituta veneciana, por un par de monedas se deshace de sus enaguas y permite al mejor postor que la use para lo que desee, no, la justicia que conocemos en este estado político llamado democracia, el cual lleva años fallando, no es la respuesta ni la solución para quien es, o al menos cree ser, poseedor de la razón, pues durante todos los años que lleva impuesta son mas los inocentes que ha condenado a ajusticiado que culpables encerrados, estos últimos generalmente poseedores de grandes arcas, bifida lengua, o una falsa imagen con multitud de seguidores son los que tienden a llevarse la victoria a su campo, humillando desde encima de un falso altar a los vencidos...

Paciencia.

Planificar cuidadosamente el donde y el cuando asestar ese golpe final, archivar datos, analizarlos, a veces no hace mas que acrecentar nuestra rabia contra el objetivo, pero el arte del Kanly no es conocido por tod@s y aun no se han impuesto sus preceptos, asi que puedes declararlo sin conocimiento del otro, dulce venganza...

Cada cual paga tarde o temprano, quizás no sea hoy, no mañana, quizás no sea ni siquiera yo, pero los registros y agravios en ese libro, pasan de generación en generación como marcan las tradiciones antaño olvidadas, que tu enemigo crea que lo has olvidado, que crea que no existes, que te olvide, que te crea muerto o al menos muerta tu causa y justo en ese momento, resurgir de entre las sombras para asestar con despiadada precisión el golpe mortal en ese punto débil que durante mucho tiempo has estado estudiando, y el objetivo final, el momento de tachar el agravio no llega cuando lo devuelves, sino cuando miras a los ojos del culpable y como un espadachín español dices :

“Hola, mi nombre es Iñigo Montoya, tu mataste a mi padre, prepárate a morir"


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