jueves, 30 de septiembre de 2010

Cazador de Medianoche : De nuevo en la carretera

He vuelto a Sevilla. Hoy equinoccio de Otoño. Mi viaje por las estepas rusas y por toda Europa del este es algo que no viene a cuento, pero, lo que suponía que iban a ser unas vacaciones, se convirtieron en montañas de trabajos que se acumulaban unos detrás de otros y sin parar de solucionar problemas.


Y cobrar por ello.


Aunque sin duda alguna, los beneficios que me han reportado me han permitido concederme el capricho que ha sustituido a mi destrozada V-Max durante el trabajito que acabó en caza de vampiros de hace un par de años, por un modelo del que me encapriché mientras intentaba escapar de un ángel hace unos meses, aunque el precio ha sido más elevado de lo que pensaba pagar pero no quiero que me vuelva a ocurrir lo mismo que con la V-Max, así que le he encargado algunas piezas a un artesano que conozco que ha imbuido algunas piezas no solo de su toque particular guiado por mis indicaciones sino con algunas cualidades poco peculiares para tratarse de una moto.

Al ser una decisión que tomé hace unos meses, encargué en ese mismo momento la máquina y le mandé, a este artesano que tiene el taller en Triana, los diseños de las piezas y lo que quería que hiciese, para que cuando llegase a Sevilla, de vuelta, en lugar de esperarme un tipo trajeado con un cartelito con mi nombre, lo que me esperase en el aparcamiento fuese la máquina de dos ruedas que había elegido y rediseñado yo mismo.


Así que sin saber el como, Sherezade consiguió que alguien de un pueblo agrícola por el que pasaría de vuelta de Rusia, me diese su carta y me hospedase en su casa, en la cual aún no sabía que me hospedaría en mi paso por Kapakora Karakoga en Kazakhstan.

Que es por cierto, la única ciudad en la que la paz es medianamente estable después de la frontera Rusa, supongo que por el numero de ancianos de los nuestros que hay en la ciudad. Normalmente, cuando llegamos a la vejez (tarde lo que tarde en llegar), dejamos de inmiscuirnos en asuntos mortales y nos dedicamos a la contemplación y la abstracción, buscando en el universo interior lo que no podemos encontrar en esta bola de barro ni en el otro lado del espejo.

Pretendía pasar a toda velocidad por el conflicto armado que las noticias no cuentan, buscando quizás algunas almas errantes para devolverlas a donde debieran, como pago a Sherezade por el favor que teóricamente me estaba devolviendo.

Y digo teóricamente porque, cuando recibí su carta me decía todo lo contrario, es más, me pedía ayuda en nombre de un noveno pacto, lo más curioso de todo es que la carta estaba escrita en Enoquiano y que yo sepa es un idioma que desconozco, o al menos no lo he estudiado.

Al recibir su carta con matasellos de la oficina de correos cercana a mi casa, no se por qué intuí que tendría que compartir mi refugio con ella.


La llamé por móvil inmediatamente, aunque sabía que la llamada me iba a costar un riñón (mi intuición acertó de pleno), apelando a la devolución del favor por la intervención con el tribunal, con el cual no tuve que asistir a ninguna entrevista, y a que lo había pasado muy mal al devolver la moto, por su tono de voz entendí que hablaba de forma irónica, se sentía con el derecho de quedarse en mi casa y ya de camino mejorar mis defensas para los suyos y sus eternos enemigos, bueno, al menos, sacaba tajada de la situación.

Sin embargo se mostró muy interesada en los objetos que había obtenido como pago por algunos trabajos, en especial una caja de ébano con incrustaciones de marfil enorme que contenía un par de alas; decía el tipo que me pagaba que eran de ángel, aunque creo que me estaba timando, pero los sellos que tenia puestos en la tapa estaban en Dracónico y al tocarlo saltaron chispas con olor a azufre por lo que parecía auténtico, así que acepté el pago; el tipo parecía tener prisa por deshacerse de la caja de ébano...


Desde entonces veía cosas raras, sombras que se movían a mi alrededor sin atrever a acercarse, reflejos en los espejos que no eran del todo el mío, y las vetas rojas que había adquirido en los ojos después de “beberme” al grupo de criaturas del quinto nivel tras el espejo estaban comenzando a ramificarse dentro de mi iris.

Lo que le dije la preocupó, así que me reservó vuelo privado para el día siguiente desde un aeropuerto militar cercano a Koktas , los recursos de estos angelicales son increíbles, una lastima que sean todos fanáticos de sus propias mentiras.

Subí a la habitación de la casa de granja que Sherezade se había encargado de encontrar para mi con total tranquilidad, ya que al menos, sabía que siendo una encarnada del cielo no intentaría traicionarme así sin más.

Pero no recordaba que como siempre existen rangos y aunque Sherezade era una serafina, seguro que había gente por encima suya capaz de controlarla y de hacer cosas sin que ella se enterase, en ambos bandos.

Una vez más mi confianza fue mi fallo y podría haberme costado algo más que el puñado de Tenges que llevaba en el bolsillo.


Entré en la habitación que no olía demasiado mal, era una casa vieja de madera y ladrillo, pero no parecía que ningún bicho, más allá de algunas hormigas, hubiesen hecho mella en ella.

Una casa tranquila en mitad de Kazakhstan, con un puñado de vacas, un par de hectáreas a las que había que arrancar el trigo a base de horas de esfuerzo, una mula para arar el campo y un par de caballos de tiro para el carro, hay gente lo único que pedirían en la vida es esto.


El Kayman-7 o Tarántula que cambié por cuatro cajas de Jack Daniel´s, dos cartones de Malboro, el Rolex que llevaba puesto y el BMW 525 de la época de Maricastaña que me vendió el primo de Ïegor cuando llegué a Rusia, puede dar cuenta de ello, pero siempre habrá gente que prefiera aislarse en una burbuja en mitad del campo con una vida sencilla a sobrevivir en la jungla de asfalto.

Fue al mirarme en el espejo cuando empezó la fiesta, puesto que después de mirarme el ojo y ver como se estaba extendiendo parcialmente a la esclerótida, la imagen del espejo me sonrió sin que yo lo hiciese y saltó a este lado cambiando de forma a la de una parca.

Que sabía perfectamente que no era una parca sino cualquier cosa que había adoptado ese aspecto pero me había pillado desprotegido y haciéndome pasar por un mortal cualquiera de vacaciones.

¿Lo habría atraído hacia mi la carta de Sherezade?

Lancé la mochila a lo que acababa de salir del espejo para intentar entretenerlo mientras conjuraba algo lo suficientemente potente como para dejarlo al otro lado y que fuese lo bastante flojo como para no volar por los aires parte de la casa que Sherezade había conseguido que me acogiera.

La mochila atravesó a lo que empezaba a clasificar como un Doppleganger, el cual me señaló y me lanzó una advertencia con su disfraz de Parca.

“No vuelvas a casa”

Después se desvaneció.

Llamé de nuevo a casa, a intentar contactar con Sherezade, cogió el teléfono agitada como si supiese que algo me acababa de pasar, genial, acababa de ponerse el sol y tenia por delante 12 horas de ruta por carreteras que solo tenían el nombre, donde las cabras se despeñaban yendo de día y con buena visibilidad.

Me esperaba un viaje movido, menos mal que había conseguido algunos dulces típicos antes de cruzar la frontera a un buen precio en el garito donde me cambiaron a la moneda local.

Hablé con la familia de la casa para llenar el depósito del vehículo que tenía aparcado en la puerta y que estaba rodeado de todos los chiquillos del pueblo, así como de un buen puñado de curiosos entre los que repartí el puñado de billetes y monedas que tenia para cruzar aquel país, de todas formas mi viaja acababa cerca y no había nada que no pudiese conseguir con un pequeño pase.


El amanecer me saludó mientras llegaba al aeropuerto tras conducir toda la noche guiado por un GPS a través de carreteras inhóspitas y desiertas.

Llamé por teléfono al concesionario, si me iba a pegar casi un día entero viajando quería que mi moto nueva me esperase en la puerta del aeropuerto de Sevilla.

El avión en que el que iba a realizar el viaje era poco más que un cascarón de la guerra fría con un interior tan opulento y sobrecargado como le gustaba a los antiguos dirigentes rusos presumir frente a sus aliados aunque no hubiesen comido caliente en varios días.


Devoré todos los dulces de miel y jengibre que había comprado y ya en vuelo lancé un conjuro sobre el avión tan gordo que creo que solo un misil cargado de quintaesencia podría habernos derribado.

Gracias a los dioses no fue así y el vuelo transcurrió con total tranquilidad, pero por si acaso no pegué ojo, no me fiaba de algo que pudiese asustar a una serafina como Sherezade.

Para colmo las puñeteras cicatrices de la espalda no dejaban de picarme.

Las primeras lluvias del otoño que darán paso al invierno me saludaron al llegar a Sevilla.

Esas mismas que enfriando la tierra calentada por el sol en verano, tornando grises los cielos, demostrando que hagamos lo que hagamos es la naturaleza viva quien rige nuestras vidas y recordándonos que a pesar de todo, solo somos motas de polvo en el universo.

Salí con un carro lleno de maletas, bultos y souvenirs tras recoger las llaves de la moto en consigna.

Mientras que un taxi llevaba todos los bultos que había cargado en el maletero y los asientos traseros a casa yo me dirigí hacia el parking sonriendo, dando vueltas a la llave en aro metálico y el llavero hecho con el colmillo de un demonio que tenía en casa que le convoqué alrededor, de esta forma le hacia saber a Sherezade que ya estaba en la ciudad, no me apetecía hablar con nadie, solo sentir el frío aire nocturno en mi cara mientras viajaba hacia casa.

Y allí estaba, la combinación perfecta de magia y ciencia humana.

Me lancé sobre ella como un depredador sobre su presa, metí la llave y arranqué el motor V-Twin. Sentí como el vibrar de sus caballos hacia vibrar hasta la última partícula de mi ser. Aceleré un par de veces más para notar el rugido de esta fiera de casi mil trescientos centímetros cúbicos que ahora tenía debajo mía y como ello me hacia estremecerme, chasqueé los dedos y abrí la barrera.

Salí conduciendo despacio del parking, haciéndome a ella y que ella se hiciese a mi, conectando con la máquina con la que sería uno cuando rodásemos por la carretera.


Quería probar hasta donde podía llegar mi nuevo capricho, así que aceleré, el asfalto quema bajo mis ruedas, y los km corren en el marcador, solo la velocidad y el aire dándome en la cara me recuerdan que sigo vivo porque la muerte compañero, la muerte camina conmigo.


8 comentarios:

Liou Duvinini dijo...

Interesante...

Ktaná dijo...

me gustó tu relato muy entretenido porque viaje contigo , relatas muy bien y me hiciste ver todo lo que contabas. Los proximos día que estaré un poco mas libre te leeré tus otros post .....como dices , comenta o te mato jajajaja
lo hago desde Viña del Mar Chile ...chao

C.J. dijo...

Me encanta el diseño del blog, me encantOO!

Dolar y Gala. dijo...

Me gustan las fotos y los textos!!!
muy interesante....

Manu dijo...

Liou:
Gracias.
Pero lo tengo un poco abandonado ^^

Manu dijo...

Ktana:
Gracias por comentar desde el otro lado del charco ^^
Antes de que termine el año espero tener tiempo para subir otra entrada =)
Un saludo!

Manu dijo...

C.J. Vertiz :
Gracias, es una pequeña modificación de una plantilla clásica de blogger ^^

Manu dijo...

Dolar y Gala. :
Gracias, la mayoria de las fotos las saco de Deviantart y los textos cuando tengo un ratillo intento escribir ^^
Gracias por el comentario =)