martes, 4 de septiembre de 2007

Ciberpunk 0.5

Aguardo tumbado entre los matorrales a que el coche saliese del acceso a “la vaquería” y tras comprobar en los escáneres del traje que llevaba que no había ninguna cámara detectada en las cercanías continuo arrastrándose por el suelo en dirección a una de las tomas de ventilación ocultas en alguna parte de los próximos metros según le indicaba el escáner.

En su oído izquierdo comenzó a pulsar el indicador de que la entrada estaba cerca, paso la mano derecha por el suelo y el pulso se hizo mas agudo en un punto, desactivo el escáner del traje, y clavo la mano izquierda en la tierra, atravesó una capa ligera de cemento y dio con la compuerta de la escotilla de ventilación que según los escáneres y planos no tenia sensores que avisaran de su apertura.

Gracias a los potenciadores químicos, muy parecidos a los usados por los jugadores de Killerball pero con un mejor control medico, podía levantar doscientos kilos con un brazo y eso con la pequeña dosis que llevaba y sin usar los amplificadores musculares del traje.

Se arrodillo tras comprobar que no había nadie cerca y levanto la tapadera, arrancando una zona de matorral, tierra, cemento y cierres hidráulicos con ello, se deslizo despacio por el conducto de ventilación y tapo como pudo la salida por la que había entrado para que no se viese desde lejos, debían de saber que su maravilloso perímetro de seguridad había sido burlado, pero aun no.

Silenciosamente se deslizo por los conductos de ventilación y comenzó a seguir el rastro que su maestro le estaba emitiendo.



Cecil paro el pequeño utilitario en el semáforo, bajo el espejo retrovisor del conductor y se miro en el, su nariz aguileña casi volvía a estar en su sitio, sus amos estaban cada vez mas violentos con ella, no contentándose solo con sodomizarla salvajemente sino que a veces empleaban otro tipo de violencia física con ella, no tenia miedo a morir, pero antes el paciente numero ocho recibiría su justa venganza, no se lo había contado a los chicos porque aquello era solo para ella, estaba segura que cuando lo viese morir con sus propias manos, tendría un orgasmo incomparable a ninguno de los sentidos hasta el momento.

Miro el reloj, sus amos tendrían que estar viendo el partido y fumándose el último paquete enviado por Zenobia, así que mejor hacer algo de tiempo para que cuando llegase estuviesen tan colapsados mental y físicamente que no quisiesen “jugar” con ella.

Antes de que el semáforo se pusiese en verde y tras comprobar que no había ninguna patrulla cerca dio la vuelta y volvió al complejo Epsilon, al ser enfermera del proyecto más importante del complejo tenia acceso a las instalaciones cuando lo desease.

El doctor Roshell había aceptado a una neurocirujana nueva enviada por el cuerpo de seguridad de la nación que estaba prestando especial interés en el paciente numero ocho y en la regeneración celular casi inmediata que tenia cuando la parte racional de su cerebro quedaba anulada y esa putita nueva podría dar al traste con sus planes de venganza, al infierno con el partido, ya se lo contaría alguien al día siguiente, pero no podía dejar a esa militar cerca de el.



Ditta estaba de pie al lado del paciente que estaba sedado, vestida con su ceñido uniforme blanco y una bata que apenas conseguía disimular su gran busto, las sondas indicaban que pese a haber recibido sedantes para matar a alguien de su peso y complexión todo su sistema neuronal seguía estando activo y al cien por cien, no existía degeneración celular ni perdida de ningún tipo de actividad, entonces no entendía el motivo por el cual sufría aquellos ataques de involución mental que lo reducían casi a estado animal y que provocaban, según los informes, cambios físico y regeneración celular, al tratarse del tipo de proyecto que se trataba las grabaciones de los experimentos con los pacientes estaban prohibidas y los informes eran enviados a través de impulsos mentales con una maquina directamente de un investigador a otro, por lo que desconocía empíricamente que era lo que ocurría con aquel paciente.

Los rasgos de su cara, la cicatriz pulsante que recorría todo su brazo izquierdo y que solo era visible mientras estaba inconsciente, el paciente la fascinaba físicamente, existía algo animal en el que la atraía profundamente, desde el primer momento que entro en la sala de observación algo magnético la había atraído hacia el, sentía impulsos de acariciarlo, besarlo, hacerlo suyo, respiro hondo y se dio cuenta de que era la única chica que había visto en este proyecto, ¿seria una prueba mas? de repente recordó que el partido debía estar terminando, la contemplación del cuerpo desnudo del paciente numero ocho la había embelesado mas de la cuenta, pero seguro que alguien estaba viendo la final cerca.

Había leído que el era el que había desarrollado el sistema de defensa contra las radiaciones de la tormenta solar, entonces, ¿Qué hacia allí?

Puso su mano sobre el pecho de el para sentir su respiración tranquila y pausada - ¿Qué secretos esconde tu cabeza, pequeño? – lo miro desde la puerta una vez mas antes de salir de la habitación que quedo sellada con su marcha, alguien tenia que estar viendo la final y al menos quería saber si su equipo ganaba o no.

Se cruzo con Cecil a mitad del pasillo mientras buscaba algunos vigilantes de pasillo de bajo nivel que estuvieran perdiendo su tiempo de trabajo mirando el partido y la saludo con una cordial sonrisa que fue correspondida con una fría sonrisa sardónica.
“¡menuda tía mas antipática!” pensó la una “Aléjate de mi victima zorra” pensó la otra, mientras ambas se perdían en sus pensamientos alguien las observaba desde muy cerca.



Ambas habían estado a punto de sorprenderlo en mitad del pasillo deslizándose a través del conducto de ventilación hacia el suelo, solo la abstracción de pensamiento de ambas había permitido que no observasen como activaba de nuevo el camuflaje óptico y la entrada al conducto de ventilación abierta, habían estado cerca.

Los sensores del traje indicaban un alto índice de cortisol en la chica delgada que conocía, Cecil estaba que se subía por las paredes de rabia y se dirigía hacia el lugar desde el que provenía la señal de su maestro, por otra parte, la del uniforme blanco de doctora y grandes pechos exudaba feromonas suficientes para atraer a una manada de Linces en celo, sobretodo teniendo en cuenta que se habían extinguido y se dirigía en dirección al pasillo en busca de una de las habitaciones de los guardas de pasillo.

Consulto la ID. de la doctora en la pantalla del brazo derecho y no encontró nada acerca de ella, curioso, una nueva incorporación a este proyecto sin ningún dato en ningún archivo, ¿seria otro prototipo secreto de proyecto como el?

Una voz familiar gritaba desde una habitación cercana a la dirección en la que se había ido la doctora, aferrado con las piernas y un brazo al tubo de ventilación del que había salido cerro con la mano libre la rejilla antes de que alguno de los guardas se diese cuenta, empezase el espectáculo y aun no era el momento.



El coche anulo la gravitación a casi un metro del suelo, antes de que terminasen de salir las ruedas ya estaba acelerando, en lugar de posarse suavemente racheo en la esquina de la calle de su casa y las puertas de la cochera de casa de sus padres se abrieron con la velocidad justa para que entrase el coche casi rozándolas mientras aun se abrían.

Salto del coche mientras se cerraban las puertas de la cochera y cuando estas estuvieron cerradas saco un paquete de tabaco amarillo y arrugado del bolsillo de su chaqueta, lo golpeo con el dorso de la mano y salió disparado un cigarrillo hacia arriba, lo atrapo con la boca y mientas guardaba el paquete de tabaco con una mano con la otra encendía el Zippo y prendía la punta del cigarrillo mientras musitaba – Me encanta que los planes salgan bien – aspiro la segunda calada profundamente cerrando los ojos y saboreando el sabor ocre y dulzón de esa marca de tabaco, se paso la amplia mano con los dedos abiertos por la media melena y subió el tramo de escaleras que le separaba de la primera planta corriendo.

Había cerrado un trato millonario con el señor Katsuhiro ,o aquel tipo bajito amarillo y tocapelotas como lo llamaba el cuando el oriental no estaba presente, pero se había perdido casi todo el partido de Killerball, llegaba justo a tiempo para ver los últimos diez minutos que generalmente eran los mas decisivos ya que era cuando las ultimas restricciones caían totalmente y el campo se convertía en una batalla campal siendo los estimulantes y los amplificadores físicos lo mínimo que los jugadores usaban, destrozándoles el cuerpo por dentro, pero dando un espectáculo brutal y sangriento con el que toda la población estaba mas que contenta.

Encendió la pantalla y quito el volumen, desde su video-teléfono de muñeca llamo a Aïleed, que estaba enferma de nuevo, ¿seria la puñetera tormenta?, en la pantalla apareció su chica, un poco más pálida de lo que era normal en ella y con motitas rojas en los pómulos por la fiebre.

– Hola amore! ¿Cómo sigues? – dijo Charles.
- Aquí vamos, ya me he tomado la medicina y a ver si mejoro un poco, discúlpame con tu madre por no poder ir a cenar, pero sabes que cuando me pongo así mejor que ni salga a la calle – contesto ella.
- No te preocupes cariño, bueno, mejórate que voy a ver si termino de ver el partido –
- Vale amore, llámame después ¿vale? Te mando un Holomensaje si me acuesto antes de que me llames –
- Un beso –
- Otro para ti amore –

Activo el sonido envolvente y se sentó casi lanzándose de espaldas en el mullido sofá que había delante de la enorme pantalla, con el mando a distancia en una pequeña ventana en la pantalla pudo ver la repetición de algunas jugadas, Hermes estaba jugando hoy estupendamente, no por nada había llegado a capitán de equipo, además era de los que casi no tenían modificaciones corporales, aunque tampoco las necesitaba, con su metro noventa y cinco y sus diez años de gimnasio era un oponente difícil de batir con sus 130 kilos de fibra.

Quedaba poco para el final del partido, había llegado como diría su maestro en el momento en el que repartían “Hostias como panes”



Otro día mas volvía a salir de trabajar de aquel supermercado de mala muerte donde solo vendían productos a punto de caducar en uno de los barrios de gente con menos puntos de ciudadanía, además aquella maldita vaquería al lado de su casa que le daba a la zona un olor insalubre que hacia que el pequeño Alejandro tuviese varios tipos de alergias primaverales.

La vida en los barrios como aquel eran así, ella nunca había pertenecido a la elite, de hecho por su condición sexual no tenia derecho a mas allá de un permiso de ciudadanía de tipo cinco, pero ahí no radicaba el problema, con permiso de ciudadanía de tipo cinco habría estado estupendamente y no tendría el trabajo que tenia, habría trabajado en un gran supermercado de cajera, reponedora, o en alguna cafetería, pero alguien o quizás fueran los investigadores de la Brigada para la Defensa de la Moral encontró aquellos videos, inmediatamente fue desahuciada de la casa en la que vivía y mandada a la casa de tipo ocho en la que ahora intentaba habitar, en aquel entonces estaba embarazada de siete meses y el padre del niño de sus ojos había muerto en un atentado islamista hacia poco mas de un mes.

La vida de una actriz porno amateur bisexual además madre soltera era poco mejor que el infierno en vida, pero al menos tenia en casa alguien que la hacia sonreír cada vez que entraba por la puerta, cuando la miraba y balbuceaba algo parecido a “mama” sus ojos pardos volvían a tener el brillo que tenían cuando no tenia obligaciones ni compromisos y era feliz.

Cogio la bolsa con los yogures recién caducados y una caja de leche en polvo para su crío, andando giro la cabeza y le dijo adiós al encargado desde la puerta mientras comenzaba a cruzar la calle con prisa por ver como estaba el pequeño Alejandro, con tanta prisa que lo hizo sin mirar a ambos lados.